Sobriedad y fortaleza.
En primer lugar, por delante de todo lo demás, hay una actriz extraordinaria llamada Julianne Moore, una belleza de más de 50 años, de una fotogenia y una versatilidad notables. La carrera de Moore comenzó a despegar cuando ya había cumplido los 30 años, con La mano que mece la cuna (Curtis Hanson, 1992). Moore es una de las cuatro personas que han ganado premios de actuación en los tres grandes festivales, es decir, Cannes, Berlín y Venecia. Los otros que han logrado la proeza son Sean Penn, Jack Lemmon y Juliette Binoche. Pero hasta hace unas semanas Moore era la única de ese selecto listado que no tenía un Oscar. Ahora ya lo tiene, y lo merecía. Sí, seguro que lo merecía también -todavía más- por Safe y Lejos del paraíso, de Todd Haynes. y por Boogie Nights, de Paul Thomas Anderson. Y tal vez por algunas otras. Pero lo ganó por Siempre Alice, la película en la que hace de lingüista prestigiosa, casada y con tres hijos adultos, a la que le diagnostican Alzheimer.
Había una cantidad enorme de riesgos en el planteo del film, pero Glatzer y Westmoreland -la dupla de Quinceañera- trabajaron el guión y la puesta en escena con bienvenida sobriedad, y no hundieron las secuencias con el peso de truculencias típicas de muchas "películas de enfermedades". Eligieron una narrativa calma y tersa para contar un drama fuerte, y con esa decisión la película se fortalece notablemente. No hay desesperación estilística, no hay gritos visuales en los planos, no hay torpezas, como desorientar abusivamente la cámara cuando la protagonista pierde memoria espacial.
Es cierto que la música subraya en exceso y está de más, y que alguna secuencia puede ser demasiado ilustrativa y didáctica, como la de la conferencia cerca del final. También es indudable que la comparación con Safe -otra película sobre una enfermedad centrada en Julianne Moore- no favorece a la más convencional Siempre Alice. Pero una película fluida, contenida, empática sin ser invasiva acerca de una enfermedad degenerativa es una ocurrencia bastante singular. Y la propuesta adquiere un relieve y un brillo particulares al apoyarse en tres actores cabalmente cinematográficos -de los que no necesitan excesos en el gesto, de los que dominan el plano con prestancia, de los que seducen con confianza- como Moore, Alec Baldwin y Kristen Stewart.