Siempre Alice es una película dura y eso es algo que hay que saber antes de pagar la entrada. Con dura me refiero a que su historia deprime bastante y que seguramente afectará a más de un espectador.
En esa dureza realista y natural reside el fuerte del film porque si bien es verdad que en varias oportunidades se ha explorado el mal de Alzheimer en el cine -incluso con humor- aquí nos encontramos con una historia muy bien contada a través de muy ingeniosas elipsis que marcan como una persona joven va perdiendo su identidad y va perdiéndose a sí misma.
La actuación de Julianne Moore es tan intensa como desgarradora. Bien merecido tiene su Oscar a mejor actriz en la última premiación por personificar muy bien los rasgos de esa maldita enfermedad que aún no tiene cura.
Con sus miradas transmite a la perfección lo desolado y perdido que se encuentra su personaje.
Pero hay una escena en particular que es la que la define: cuando da un discurso sobre su condición ante un auditorio con varios pacientes (y sus familiares) que padecen lo mismo.
Ahí Moore condensa todo lo maravilloso y triste de Alice.
El resto del elenco está muy bien pero hay que destacar la participación de Kristen Stewart quien lamentablemente tiene el estigma de haber interpretado a Bella Swan en La Saga Crepúsculo, hecho que eclipsa sus buenos laburos en diferentes producciones indies. Aquí su personaje logra transmitir muy bien lo que es para una hija esa enfermedad de su madre en una relación muy particular que las une.
Los directores Richard Glatzer y Wash Westmoreland hicieron un gran laburo en los planos en los cuales Alice “se pierde”, generando en el espectador una sensación rara. Un verdadero acierto al igual que la banda sonora incidental que acompaña esas secuencias.
Siempre Alice es una muy buena película magnificada por la brillante interpretación de Julianne Moore.
Nadie va a salir decepcionado pero si triste, algo para tener en cuenta.