El calvario del Alzheimer con emoción contenida
Julianne Moore se ganó el Oscar con esta descripción del Alzheimer temprano en una profesora universitaria que va percibiendo su propio retroceso hasta donde puede. Ella, Alice Howland, es una respetada autoridad en lingüística y psicología cognitiva, conferencista brillante con un marido también brillante, investigador científico, y tres hijos grandes de buen porvenir. En suma, una familia hermosa. Hasta que empiezan los primeros síntomas.
Luego, cuando esos síntomas inicialmente atribuibles al stress confirmen su verdadera naturaleza, empezarán también la inquietud, la vergüenza, la angustia, la molestia, no sólo en la persona enferma, sino en sus allegados. El miedo a la transmisión hereditaria es muy fuerte en circunstancias como ésta. Más aún, tratándose de un caso de Alzheimer temprano. Alice apenas tiene 50 años recién cumplidos.
Trabajo de medios tonos y emoción contenida, la película permite comprender varias cosas sobre esa enfermedad, pero, más que nada, sobre los sentimientos de una persona que se ve cada vez más perdida e indefensa, más alejada de aquello que fue su orgullo y fortaleza. No es fácil luchar en busca de una palabra para comunicarse, sentirse desubicada hasta en la propia casa, desplazada, depender de los otros, comprender que ya no entiende lo que pasa. Pero antes de eso, todavía hay tiempo y entendimiento para que le confíen tener en brazos a un recién nacido que acaso sea su nieto. O para explicar a los científicos que una persona en su estado todavía puede darse maña para evitar papelones, hacer deducciones lúcidas, y permanecer un tiempo más entre los suyos.
Todavía. El título original es "Still Alice", todavía Alicia. Así se llama además la excelente novela de la neuróloga Lisa Genova en que se basa la película. Para el mercado hispanohablante, por alguna razón que quizá nos dijeron pero no recordamos, el libro y en consecuencia la película llevan el más cariñoso y consolador "Siempre Alice". Es un detalle. Otro detalle interesante, y doloroso, es que uno de los dos directores de este film, Richard Glatzer, sufre desde 2011 una esclerosis lateral amiotrófica que le dificulta el habla y el uso de las manos. Por suerte lo acompaña y complementa el otro director, su esposo Wash Westmoreland.
Para interesados en el tema, se recomienda un documental sobre un caso de enorme esfuerzo personal y acompañamiento familiar: "Bicicleta, cuchara, manzana", de Carlés Bosch, retrato de Pasqual Maragall, que fue alcalde de Barcelona, presidente de la Generalitat de Catalunya, desde el 2007 lucha contra su propio Alzheimer, y desde el 2008 encabeza una fundación con su nombre, que impulsa la prevención y el cuidado de ésa y otras enfermedades neurodegenerativas.