Sieranevada

Crítica de Aníbal Perotti - Cinemarama

El ser humano frente a la tradición

En la cultura ortodoxa rumana la muerte es seguida por una primera reunión conmemorativa cuarenta días más tarde. El relato se sitúa en ese día. El escenario del reencuentro familiar es un departamento que la cámara recorre constantemente, como si el alma del difunto rastreara los hechos, las acciones y las conversaciones de los que lo sobrevivieron. Cristi Puiu deslumbra con su maestría para el manejo espacial, la determinación en los movimientos de cámara y la fluidez del montaje. Las idas y vueltas entre las habitaciones conectadas por un corredor central reflejan un hormigueo de emociones: conflictos personales, familiares, colectivos, sociales y políticos. El cineasta mezcla, sin rangos ni juicio moral, hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, conservadores y progresistas que intercambian opiniones sobre los estigmas del pasado, las contradicciones del presente y la incertidumbre por el futuro.

Los personajes discuten, gritan, lloran y rezan, pero no comen. La espera interminable para que llegue el cura a bendecir la mesa abre la puerta a numerosos debates, conflictos y dramas. Los platos y los cigarrillos se acumulan en la cocina. La familia reunida para conmemorar la muerte de su patriarca gravita de una habitación a otra entre alianzas y discordias. En cada rincón del departamento hay un pequeño grupo con sus propias discusiones que se interrumpen ante la aparición de otro tema y vuelven más adelante con cruces y ecos narrativos en serie. La acumulación de personajes acentúa la impresión de confinamiento en el espacio. El humor proviene de la incongruencia de los conflictos. Cristi Puiu prolonga algunas escenas hasta que se desbordan y ganan un impulso cómico. El cineasta dinamita los lugares comunes del almuerzo dominical con una ironía mordaz que despoja a las intrigas familiares de su gravedad.

La incapacidad de reencontrarse, escuchar al otro o conocer a alguien nuevo deriva en una confrontación de puntos de vista antagónicos sobre la Historia. El paralelismo entre ficciones familiares y políticas genera una profunda inestabilidad que trasciende el marco de la comedia social. Con los cuerpos fatigados y una risa nerviosa, entre el sometimiento y la rebelión, entre el silencio y el grito, un vínculo esencial prevalece: el origen, la sangre, la familia.