Los Violentos de Marty
Con Sie7e Psicópatas nos hallamos sin duda ante una de las películas mejor perversamente escritas y entretenida de los últimos años, disfrutable desde su original y explícito título hasta su inigualable epílogo que aquí no desvelaremos. Y tenemos que agradecer al dramaturgo inglés Martin Mc Donagh, quien ya demostró de manera sobrada su talento en Escondidos en Brujas, film que supuso además su debut en el terreno del largometraje, y que ya había sido galardonado con un Oscar de la Academia por su cortometraje Six Shooter. Que haya escrito y dirigido esta atinada mezcla de thriller y comedia que nos retrotrae al Tarantino más mordaz y divertido y que en algunos instantes incluso parece revivir la esencia de los hermanos Coen es motivo de festejo.
La trama nos sitúa en Los Ángeles, punto estratégico donde convergen una serie de personajes, uno más trastornado que el otro. El héroe de la función es un frustrado escritor que intenta por todos los medios dar cuerpo a un guión titulado exactamente igual que el film. Pronto conoceremos a cada uno de éstos gracias a la particular aportación de su mejor amigo, quien no duda en poner un anuncio en el periódico en el que se pide la colaboración de cualquiera que cumpla con los requisitos que debe tener cualquier asesino descerebrado. Paralelamente, se desarrolla otra subtrama donde unos caraduras secuestran perros de gente adinerada para después devolverlos con tal de poder cobrar las distintas recompensas ofrecidas por sus apesadumbrados dueños. Y hasta aquí podemos explicar, porque no sería justo desmenuzar el torbellino de acontecimientos y giros de guión que se producen durante las casi dos horas de metraje.
Tan sólo citaremos una serie de nombres que conforman un reparto coral que recurre a numerosos rostros conocidos para crear una relación directa con el público: Sam Rockwell (desatado hasta decir basta), Colin Farrell (impecable), Chistopher Walken (qué se puede decir de él que no se haya dicho ya), Woody Harrelson (borda su papel de malvado), Tom Waits (con un olfato espectacular para elegir las pocas producciones en las que participa) y Olga Kyrulenko (sólo por admirar su belleza vale la pena pagar la entrada). Todos ellos personajes inestables y la mayoría malvados, pero con conflictos terrenales. Ante un elenco actoral tan impresionante y un guión tan redondo tan sólo nos queda rendirnos y recomendar vivamente su visionado. El talento que destila Mc Donagh cobra mayor relevancia al crear unos personajes magistrales, que rebosan humanidad aunque por sus actos quede muy claro que tienen un comportamiento inhumano. Y para colmo, todo el conjunto viene salpicado por unas escenas de acción rodadas con una planificación sobresaliente y un estilo visual impactante, destacando sobremanera el tramo final del film, donde convergen las distintas líneas de fuga que se han ido planteando a partir del desarrollo de la trama en un estallido de violencia que sorprende por su frescura y contundencia.
Negrísima e hilarante a la vez, su reparto de culto y su falta de complejos, la convierten en una auténtica rareza que ganará importancia con el paso de los años.
Si eres de los que disfrutas con diálogos tan banales como los de Pulp Fiction o cualquiera de los trabajos de Guy Ritchie, Scorsese o Abel Ferrara, o si tienes como referentes películas como El gran Lebowski o ¿Dónde estás, hermano?, sin duda esta es tu película. Es además el perfecto ejemplo de cómo llegar a empatizar con auténticos antihéroes que tienen problemas, pero que no dan con la solución; simplemente viven, beben, hablan por los codos y se ven enrolados en una serie de vicisitudes tan alocadas que conducen a la carcajada más rotunda.
Por último, destacar la curiosa y simpática escena inicial homenaje a la televisiva Boardwalk Empire, en la que Michael Pitt y Michael Sthulbarg (dos de los principales intérpretes de la serie producida por Martin Scorsese) mantienen un desopilante diálogo sobre trivialidades de asesinos.