Humor negrísimo
Colin Farrell y especialmente Sam Rockwell llevan adelante esta comedia negra con asesinos de temer, pero también para divertirse.
Autor teatral antes de devenir guionista y cineasta -ganó el Olivier por su obra The Pillowman -, el londinense Martin McDonagh es un amante de la comedia negra, y su anterior largo como realizador, Escondidos en Brujas , era precisamente un compendio de situaciones que incitaban a la sonrisa cómplice. En todo momento.
Scorsese y Tarantino, dice McDonagh, de jóvenes 42 años, son sus referentes. Mucho hay de éste último en Sie7e psicópatas , su segundo filme, en el que vuelve a contar con Colin Farrell como coprotagonista en un elenco múltiple, que depara sorpresas en cada secuencia. ¿Cuántos directores pueden contar en sus películas a Farrell, Christopher Walken, Sam Rockwell, Woody Harrelson, Tom Waits, Harry Dean Stanton, Olga Kurylenko y Michael Pitt? Sí: Scorsese y Tarantino son dos de ellos.
McDonagh se traslada de Brujas a Hollywood para contra una historia que, ya en el relato de su trama, puede sonar ridícula. Marty, un guionista sin demasiada suerte, tan borrachín como el propio Farrell en su vida real, se ve metido en problemas junto a un amigo actor, Billy (Rockwell) y el polaco Hans (Walken) cuando Billy le rapta su perrito a un mafioso, Charlie (Harrelson). Hans y Billy solían secuestrar perros y, ante los avisos callejeros de recompensa por extravío, se presentaban, devolvían las mascotas y cobraban como si los hubiesen encontrado en la calle. Fácil.
Pero algo sale mal. Y no adelantaremos más, porque Sie7e psicópatas es de esas realizaciones que conviene irlas descubriendo secuencia por secuencia, escena por escena, toma a toma, y disfrutarla.
La película es fabulosa en sus viñetas. Es poco frecuente que cada escena pueda valer por sí misma el precio de la entrada. La visita de Charlie al hospital donde está internada la mujer de Hans (Linda Bright Clay), por ejemplo, es un resumen de superlativa puesta de clamara, diálogo y actuación. O, habrá que decirlo, cada aparición de Sam Rockwell, el personaje más enigmático del esquema que ha urdido McDonagh, como base, para hablar de la amistad, la solidaridad, el amor y la violencia.
Todo, claro, con humor.
La película debe su título al guión que un Marty bloqueado empieza a escribir, con ideas que le ha tirado Billy. Los psicópatas tienen una historia detrás, y cada una de ellas merecería su película propia. Pero McDonagh sabe cómo sumar las partes y lograr un todo que regocijará a los amantes de los thrillers contados con ingenio, gracia y ocurrencias.