Cambiar el juego
Desde que Buster Keaton filmó El Camarógrafo, el cine se dio cuenta de lo divertido que podría resultar hacer cine… dentro del cine. Con ejemplos notables como Cantando Bajo la Lluvia, Cautivos del Mal o más recientemente, El Nombre del Juego o El Ladrón de Orquídeas, las películas que satirizan el funcionamiento de la industria hollywoodense han tenido una interesante repercusión, y prácticamente se puede hablar de un género en sí mismo.
Segunda obra del inglés McDonagh, Siete Psicópatas es una comedia negra que no viene a cambiar demasiado el género de gángsters y de hecho guarda varias similitudes con la película de Barry Sonnenfeld de 1995. A diferencia, de la historia inspirada en la novela de Elmore Leonard, la de McDonagh toma como protagonista a un guionista que quiere escribir un film sobre siete psicópatas pero no encuentra inspiración. Recibe ayuda de su mejor amigo, Billy que está obsesionado con la idea y le empieza a narrar historias de sicópatas que escuchó por varios lados, paralelamente que lo persigue un psicópata al que le secuestró su perro shit zou.
Lo que en un principio comienza como una comedia de enredos se va transformando en un guión más intelectual a partir de que va tomando conciencia de su condición cinematográfica y lo que vamos viendo no termina por definirse como parte de la realidad o de la imaginación de Martin, el guionista interpretado por Colin Farrell.
McDonagh crea una sátira a partir de las ilusiones de un escritor seudo intelectual y alcohólico que busca realizar un guión profundo y espiritual, y el de su amigo que pretende crear una película de acción bien pochoclera, demostrando así las dos caras de los artistas de Hollywood.
Lo más extraño acaso del film gira justamente en la autoconciencia que tiene el director de las falencias del film: la escasa profundidad y participación de los personajes femeninos, el hecho de que empieza con mucha adrenalina y va decayendo a medida que avanza el metraje e incluso del efecto sorpresa. Los personajes discuten en un momento sobre el tono de la película que están escribiendo, sus golpes de efecto y así, esta autoconciencia envuelve al espectador que se pregunta hasta que nivel McDonagh está pecando de canchero (un poco al estilo Charlie Kauffman en El Ladrón de Orquídeas) o si realmente lo tiene todo mentalizado. Lo cierto es que la película juega con la imprevisibilidad, el hecho de que los personajes adelanten lo que va a pasar, permite que el director se tome libertades y mate desde principio a fin a intérpretes, que si bien no son estrellas, son bastantes conocidos y esto marca el efecto sorpresa. Cualquier personaje puede morir de un momento a otro y no hay moral mediante que interceda por ello. O sea, realmente a McDonagh no le interesan tanto los personajes como las reglas que crea y va rompiendo al mismo tiempo (un poco al estilo David Mamet), a medida que se va desarrollando la acción.
Un elenco encabezado por un Colin Farrell a tono con el personaje, y donde se destacan Sam Rockwell, Christopher Walken y Woody Harrelson con sus diferentes capas de ironía y cinismo junto a dos maravillosos cameos de Harry Dean Stanton y Tom Waits, es otro punto interesante del film de McDonagh que evita caer en lugares comunes en pos de sorprender al espectador y burlarse de los guionistas de Hollywood.
Siete Psicópatas es una obra más desprolija, pero con menos cálculo que Escondidos en Brujas, anterior trabajo de McDonagh, pero justamente por todo esto, es que se trata de una película que sorprende gratamente por su originalidad y frescura, en la línea de los mejores films que meten el cine dentro del cine.