¿Y dónde está el exorcista?
¿Qué obtendríamos de una cruza entre El exorcista (The Exorcist, 1973), El proyecto Blair Witch (The Blairwitch Project, 1999) y El conjuro (The Conjuring, 2013)? Probablemente algo muy cercano a Silencio del más allá (The Quiet Ones, 2014). Tal vez demasiado cercano.
El film de un casi novicio director John Pogue narra la historia -situada en la década del ’70- sobre un profesor de Oxford especializado en los fenómenos paranormales, interpretado por Jared Harris (Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso, Sherlock Holmes: Juego de sombras). El profesor y tres de sus estudiantes buscan llevar a cabo un experimento para probar que ciertas manifestaciones sobrenaturales como los fantasmas y la telequinesis son en realidad obra de problemas mentales que generan energía negativa (sic), y utilizaran a una joven atormentada como conejillo de indias para probar su hipótesis. Como muchos de ustedes podrán llegar a deducir, las cosas dan un giro hacia lo siniestro y eventos extraños comenzarán a sucederse. La historia esta levemente basada en hechos reales, agotadísimo cliché dentro del género de terror contemporáneo.
El estudio detrás de esta producción es nada más y nada menos que Hammer Films, mítica productora inglesa de terror que vivió su apogeo entre la década del 50 y fines del ’70; hace algunos años la Hammer –como se llama informalmente- fue rescatada del ostracismo de la industria cinematográfica y tras su resurgimiento ha llevado a la pantalla grande títulos como Déjame entrar (Let Me In, 2010) y La dama de negro (The Woman in Black, 2012). Los antecedentes eran sumamente favorables.
Pero un sinfín de inconsistencias de guion –como por ejemplo pedir a los ayudantes que no interactúen en lo absoluto con la paciente y en la siguiente escena comparten todos un picnic (¿?)- sumado a un diseño de sonido que es una amenaza para la salud auditiva de los espectadores –literalmente- junto con actuaciones que exceptuando la de Harris dejan mucho que desear, se vuelven herramientas efectivas en el peor sentido que llevan al film a transitar de forma inevitable un espiral descendente, y nuestra buena predisposición comienza a agotarse iniciado el segundo acto, momento en que cualquier consideración por una lógica interna del relato ya abandonó el tren hace un buen rato.
Silencio del más allá es una película que desde una estética que rememora el terror clásico de los ’70 intenta ser muchas películas al mismo tiempo y no logra satisfactoriamente ser ninguna, para terminar perdida en su propio laberinto narrativo y cerrar la cuestíon con un final tan genérico como insípido.