Buscando lo oculto
Ser crítico de cine es, en parte, tener la pretensión de obtener de las películas algo más que su simple argumento, un análisis y búsqueda constante de lo que está más allá de la superficie. Por supuesto las películas son algo agradable que escudriñar, distinto es cuando se quiere analizar a una persona poseída, por ejemplo, que es lo que le pasa al profesor Joseph Coupland (Jared Harris) en Silencio del más allá. La película de John Pogue forma parte de la filmografía del resurgimiento de la mítica productora Hammer, que hasta el momento en esta nueva etapa sólo tiene una buena e innecesaria adaptación de Déjame entrar, vamos a dejar de lado a La dama de negro.
Los setenta fueron, entre otras cosas un poco más importantes, una década que le dio su lugar al fenómeno paranormal, la gente estaba ávida de casas embrujadas y fantasmas; mejor dicho, estaba ávida de fotografías y sonidos grabados de fantasmas, entre otras cosas. En esa época tuvo lugar esa farsa conocida como los sucesos de Amityville, que fueron explotados en una gran cantidad de libros y películas; se hizo famoso el matrimonio de psíquicos Warren quienes estuvieron en Amityville y cuya historia es retratada en la interesante El conjuro de James Wan. Y también en esa gloriosa década apareció el caso de Carla Moran, quien al parecer era abusada sexualmente por un fantasma. Su caso fue documentado y estudiado científicamente, también inspiró una interesante película: The entity.
Se manejaba la tesis de que ciertas afecciones mentales graves podían manifestarse de manera paranormal, es decir como si el enfermo pudiera materializar el síntoma, moviendo objetos cercanos o afectando el campo eléctrico circundante por ejemplo. En general, la gente que estudiaba “científicamente” estos casos eran un montón de entusiastas sugestionables que no entendían demasiado la tecnología que manejaban e intentaban vanamente sujetar el campo de lo desconocido mediante las riendas de la ciencia. La mayoría de las veces la verdad termina siendo la más patética de todas: no hay nada más allá.
Y siguiendo con este caprichoso paralelismo, ser crítico de cine es ser un falso científico que no entiende del todo las herramientas con las que analiza. Porque ¿qué es aquello en lo que realmente me tengo que concentrar? ¿Cuáles son los mecanismos mentales válidos para analizar un film? No lo sé, no me interesa.
No podemos culpar a Silencio del más allá por intentarlo, pero lo cierto es que falla. La presencia del bueno de Jared Harris no alcanza para levantar al resto del elenco medio pelo que lo rodea, mención especial para Sam Claflin que está particularmente tosco. Tenemos también a Olivia Cooke, la poseída, que es una reencarnación de Christina Ricci con todo lo que eso significa. Y a Krissi interpretada por Erin Richards, personaje plano con lógica de actriz porno que se la pasa seduciendo y desahogando sexualmente a los protagonistas.
Más allá del estiramiento innecesario que sufre esta película que avanza bastante bien en su primera hora y se descalabra en la última media, Pogue no termina de decidirse en contar contundentemente el destino obvio de sus personajes. Lo sabemos desde Scream (en realidad lo sabíamos de antes): el que coge muere (Krissi), el obsesivo al estilo capitán Ahab (el personaje de Harris) muere, el bueno y dubitativo (Claflin) termina loco, la poseída se salva o muere horriblemente, pero la mayoría de las veces muere. Sólo hay que conducirnos amablemente al infierno final pero Silencio del más allá no lo consigue.
También es más fácil ser crítico de cine que director, sólo hay que saber cómo arruinarle la fiesta a todos.