Nuestros problemas con las mujeres
Casi una década después del exitoso film original (casi 160 millones de dólares de recaudación en 2005), llega esta segunda entrega que ofrece más (o un poco menos) de lo mismo. Las críticas de este secuela han sido en general bastante flojas (en varios casos, lapidarias) y con evidentes signos de frustración, pero debo admitir que a mí la primera no me pareció tan buena ni esta tan mala. Es más, disfruté bastante dos de las cuatro historias (el prólogo y el desenlace no funcionan) y, si bien es cierto que el efecto de la apuesta estética ya no es igual (a nadie le gusta que le cuenten dos veces el mismo chiste), sigue siendo un trabajo valioso y, por momentos, hasta fascinante y seductor.
¿Que es un ejercicio de sadismo, machismo y misoginia? Evitemos por esta vez el análisis políticamente correcto y concentrémonos en los términos que proponen las novelas gráficas de Frank Miller y, por ende, en ciertos cánones y tópicos del noir más clásico.
En ese sentido, la aparición en esta segunda parte de la francesa Eva Green (Los soñadores, Sombras tenebrosas, 300: El nacimiento de un imperio), probablemente la sex-symbol más magnética y desquiciada del cine contemporáneo (y ahora también de la TV gracias a Penny Dreadful), es un verdadero hallazgo. Emula de la Barbara Stanwyck de Pacto de sangre y la Jane Greer de Retorno al pasado, su Ava Lord es una femme-fatale feroz, una bomba erótica (está más tiempo desnuda que con su vestido azul) y una máquina de manipular hombres a la que se presenta, con toda justeza, como bruja depredadora y diosa devoradora.
Es su segmento (coprotagonizado por el atribulado Josh Brolin) y otro que encabeza el ambicioso jugador de cartas interpretado por Joseph Gordon-Levitt los que de alguna manera justifican la película, ya que la introducción con el personaje de Marv (Mickey Rourke) y el cierre con la venganza de la stripper Nancy (Jessica Alba) dejan gusto a demasiado poco (y aburren).
Entre los logros del film liderado en casi todos los rubros por el prolífico Robert Rodriguez cabe mencionar al malvadísimo senador Roark (el inmenso Powers Boothe) y hasta un simpático cameo de Lady Gaga como la empleada de un bar, mientras que entre los actores desaprovechados figura, por ejemplo, un fantasmal Bruce Willis, que bien podría no haber aparecido.
Filmada en blanco y negro (y calcando en algunos casos los cuadros de las historietas de Miller) y con los típicas detalles en color (la sangre, el fuego, un letrero, unos ojos, una cabellera, la ceniza de un cigarrillo, la luz de un patrullero, una prenda de vestir, etc.), Sin City 2 no aprovecha demasiado el 3D, aunque su uso tampoco llega a incomodar o entorpecer la visión.