Esteticismo chato
Es posible que los fanáticos de Sin City, luego de casi una década de ausencia, se vean defraudados con esta segunda entrega. En primer lugar, porque Robert Rodriguez no ha sabido articular argumento y atmósfera con ese plus de esteticismo que respeta el estilo de Frank Miller a rajatabla, pero que para los efectos dramáticos no resuelve los enormes baches de un guión escrito a desgano y con muchas falencias.
Vale como botón de muestra, la desaprovechada historia del jugador de cartas que tiene como protagonista al Luciano Pereyra de Holywood, Joseph Gordon-Levitt. La suerte que corre este interesante personaje en la trama es menos que lamentable y eso repercute como boomerang para el resto de las criaturas que pululan en la ciudad del pecado, salvo la increíble y seductora Eva Green, como una de aquellas femmes fatales de otras épocas que no se olvidan con el correr de los años, cuya presencia en pantalla no es más que el pretexto de exhibicionismo de todas sus dotes, tanto en el terreno actoral como en el otro (se entiende).
La estructura narrativa que esta vez rompe la linealidad y cronología de los diferentes relatos amalgamados tampoco es efectiva en términos de un orden interno que le aporte al desarrollo una coherencia interna. De esta manera, personajes y anécdotas que acumulan escenas sin cohesión abundan y lo que es peor aún, se nota la esterilidad de sus apariciones.
La violencia gráfica sumada al exceso de cámara lenta y ese esteticismo chato resumen los defectos de una dirección aplicada, aunque nada creativa. Muchos actores que se prestaron a esta propuesta, como Christopher Lloyd, someten su presencia simplemente a la categoría de cameo, cuando podrían haber sido tratados más delicadamente por Rodriguez, sus tics y manierismos.
Si bien se respetan los diálogos del comic de acuerdo a la opinión de expertos en la materia (quien escribe jamás tuvo en sus manos tan preciada gema), Sin City, version Rodriguez (en co-dirección con Frank Miller), dista mucho del estilo comic llevado a la pantalla grande y su resabio de film noir desde las intenciones no alcanza en esta oportunidad.