Sin City 2: Una mujer para matar o morir

Crítica de Santiago Balestra - Alta Peli

Muy poco y muy tarde para una secuela nada innovadora.

Más de un aspirante a cineasta alrededor del mundo tiene a Robert Rodriguez en un altar. No es difícil ver porqué: De la mano de El Mariachi le demostró al mundo que no se necesita tanto dinero para hacer una película –o al menos una que te permita empezar– y con Sin City propuso un estilo visual innovador que sigue a rajatabla el propuesto por el creador de aquella historia: Frank Miller.

Pero nueve años más tarde, el estilo ya quedo establecido y la innovación ya no es tal. Lo que cocina la pregunta “Ok, ¿Qué mas tenés?” y la demorada respuesta, aunque estilísticamente apropiada, narrativamente muestra una pereza e impericia narrativa que saca a relucir los peores defectos de sus directores.

¿Cómo está en el papel?

Sin CityEsta secuela de Sin City cuenta tres historias: En una, Johnny (Joseph Gordon Levitt), un apostador con una buena suerte innata, planea ganarle una partida de poker al villanesco Senador Roark (Powers Boothe). En otra, la stripper Nancy (Jessica Alba) quiere matar al mismo Senador pero como venganza por lo ocurrido al personaje de Bruce Willis en la primera película. En la tercera, Ava Lord (Eva Green) trata de convencer a su ex-pareja Dwight (Josh Brolin), un investigador privado, de salvarla de su ruin y millonario esposo.

Las primeras dos historias fueron escritas especialmente para la película por el propio Miller, mientras que la tercera sigue fielmente la historia original del comic y que da título a la película.

La estructura argumental, si se la puede llamar así, está distribuida como un sándwich. Empieza con la historia de Levitt, luego continua con la de Jessica Alba, luego viene –cual jamón del medio o la hamburguesa entre los dos panes— A Dame to Kill For sin cambiarle una sola coma a la historia original y sin interrupción alguna de las otras dos líneas argumentales, para retomar y cerrar la historia de Levitt, y luego retomar y cerrar la historia de Jessica Alba. Se nota a la legua que con solo la historia del Comic no llegaban a los 90 minutos, y para no volverse loco mezclándola con otra de las novelas, se crearon estas dos historias.

Frank Miller es uno de los grandes guionistas e ilustradores que ha dado el arte del comic. Las novelas de Sin City son cine negro puro y duro llevado a las viñetas; funcionan y hacen que nos metamos en la mente y en los predicamentos de sus personajes. Pero esta secuela expone por enésima vez algo que pude confirmar: Que no sabe trasladar esa pericia al arte de la narración cinematográfica, donde entran en juego otras cosas: El guion de Miller parece empecinado en mostrar violencia sin sentido y frases cool. Si fuera una película exploitation lo entendería, pero el cine negro en el que se inspira no es solo exploitation; le falta ese nihilismo, le falta esa cuesta arriba, le falta esa debilidad humana tan arraigada en los sentimientos de sus personajes que se sentían tan reales en la primera película y en esta secuela es tan artificial, por no decir terriblemente superficial.

¿Cómo está en la pantalla?

Alguien tiene que decirle a Robert Rodriguez varias cosas. Primero, filmar barato te hace un productor eficiente, no un buen director. Segundo, cortar bien te hace un buen montajista, no te hace un buen director. Tercero, filmar lindo te hace un buen director de fotografía, no te hace un buen director. Quinto, sacáte la p%&$ de Frank Miller de la boca, porque tu admiración ciega por el no te permite ver que la historia que funciona en las viñetas no está fluyendo bien en la pantalla.

Por el costado actoral, hagamos lo siguiente: Joseph Gordon Levitt entrega una interpretación empática y que se gana la complicidad del espectador de entrada, a pesar de que hay ocasiones que el desarrollo de personaje que le ofrece el guion es bastante flojo. Por fuera de él, si no menciono a otros actores, es porque laburaron bien a pesar de la floja historia puesta a su servicio.

Aclarado esto me detengo en las dos actuaciones que más me hicieron ruido, y por las que más me van a decir “No veo esta película para verlas actuar”, pero son falencias que saltan tanto a la vista y a los oídos que es imposible no mencionarlas.

Eva Green (de la cual les adelanto que pela), una señorita que ha demostrado en sobradas ocasiones tener un talento actoral a la altura de su belleza, aquí sobreactúa al borde de la exageración. Uno podría pensar que ella homenajeo o se inspiro en las femme fatales de las películas de los ’40. Dicho registro desentona completamente con el resto del reparto y el registro de la película. Pero no todo es culpa de Green; es también un desacierto de Rodriguez como director de actores que tuvo que haber percibido y arreglado ese problema de tono. Está bien no sobredirigir a los actores, pero si los dejas así a la buena de Dios suelen pasan estos problemas.

Jessica Alba (que no pela) encarna a un estereotipo totalmente carente de credibilidad, y aun menos de profundidad, de la loca y la borracha. El Cine Negro es psicología pura, que se tiene que trabajar en los ensayos, y la interpretación de Alba denota la poca preparación y aun menos ensayo.

Conclusión

Si bien mantiene el estilo visual de su predecesora, esta secuela de Sin City denota una pereza en el desarrollo de sus personajes que pone en evidencia la incapacidad de trasladar la narración ilustrada a la narración cinematográfica. Hay acción y humoradas, así como cuerpos desnudos para el disfrute del onanismo tanto masculino como femenino. Pero es un caramelo visual carente de alma, que desgasta el interés con cada minuto que pasa. La contracara absoluta de la película original.