¡El regreso de Keanu Reeves! Tras olvidar raudamente que existe ese esperpento llamado 47 Ronin, no puede ser más satisfactorio la inyección de adrenalina que se siente al ver John Wick, un film de acción hecho por gente que entiende del género, y que toma una propuesta bien simple y la eleva hacia límites insospechados.
Los directores Chad Stahelski y David Leitch - ambos provenientes del campo de los dobles de riesgo - fueron convocados por el mismo Reeves para hacerse cargo de esta historia donde un asesino a sueldo retirado lo pierde todo en un abrir y cerrar de ojos. No hay mucho para revelar en materia de trama, pero mejor si se reservan ese pequeño y amoroso disparador de eventos que pone al personaje del título original en camino a una rápida y cruenta venganza. El catalizador puede ser vergonzosamente sencillo, pero el tratamiento de los directores y la emoción que le extraen a Reeves hacen que uno se sienta empatizando con él casi de inmediato. No mucho tiempo después comienzan los balazos a diestra y siniestra, y no se detienen hasta el final.
Lo que separa a John Wick de otros vehículos de acción de estrellas al estilo de Steven Seagal es la estilización de la acción. A mitad de camino entre la coreografía armada - gun fu - y el arte de la acción, Stahelski y Leitch le sacan provecho a los diferentes escenarios donde tienen lugar los intercambios de balas. Ya sea un suntuoso club nocturno con un sótano convertido en spa, o un hotel donde pasan a descansar diferentes asesinos a sueldo, el film se sostiene en dichas escenas de acción, que van creciendo en intensidad conforme John Wick se vaya acercando a su objetivo final. Y no sólo de la venganza vive el film. A medida que se siguen agregando jugadores a la caza de John, un mundo subterráneo va saliendo a la luz. La mitología de este mundo encuentra su pináculo en el hotel Continental, donde la estadía se paga con unas extravagantes monedas de oro que varios personajes tienen en su poder. Hay una cofradía de asesinos con su código de conducta, y a la vez que John busca su venganza, el espectador va uniendo piezas sobre este mundo culto rebosante de gente asesina. No me extrañaría que volvamos a ver dicho ambiente en una secuela.
Volvamos a la acción. Rauda, violenta a más no poder, donde cada tiro y cada golpe de puño duelen. Y en el centro, un inspirado Reeves, a quien el papel le viene como anillo al dedo para hacer un regreso a pura fuerza. Quizás su héroe con más corazón y calidez desde el agrio Elegido de The Matrix, el actor libanés está perfectamente acompañado por un elenco que incluye al villano ruso de Michael Nyqvist, la deliciosa Adrienne Palicki como una asesina que se cruza en el camino de Wick, y la soltura de Willem Dafoe como un francotirador amienemigo de John. Por supuesto, el villano de Alfie Allen es detestable y da placer verlo correr por su vida mientras las balas lo rozan.
No se esperaba much de John Wick, pero lo que se obtiene a cambio es una extraordinaria película de acción que humilla a otras compañeras del género. Cruzamos los dedos para que una secuela se materialice en el futuro próximo.