Keanu Reeves recargado
John Wick (título original de la cinta), interpretado por Keanu Reeves, se retiró de su antiguo trabajo de sicario para la mafia rusa y a pesar de salirse del círculo, su vida de civil estuvo rápidamente signada por la tragedia: la esposa que amaba, enferma y muere.
En pleno duelo por la pérdida, un acontecimiento penoso y que también marca otra pérdida, alimenta su sed de venganza y su único propósito vital es paradójicamente exterminar a cuanto obstáculo humano se presente en su camino, salvo que le entreguen en bandeja al responsable de su miseria: el hijo bobo de su ex jefe mafioso, que sabe con los bueyes que deberá arar cuando John Wick entre en acción y despliegue su implacable destreza a la hora de matar y su frialdad para disparar a quemarropa.
La pericia de los directores David Leitch y Chad Stahelski (uno de ellos no figura en los créditos de producción, según IMDB) es haber amalgamado por un lado la presencia de Keanu Reeves en pantalla en un personaje escrito a su medida para explotar el fixit du rol en escenas y secuencias de acción de una precisión y calibre para el aplauso. Además de ese detalle que no es menor tratándose de una película puramente de género, sin pretensiones de innovar y menos aún de no respetar las reglas básicas, la trama logra por mérito propio construir el submundo de la mafia y los sicarios con detalles y personajes atractivos a los fines de la acción, pero también está sembrada de buenos diálogos que a veces bordean cierta reflexión y marcan la psicología de los personajes como el protagonista y su imposibilidad manifiesta del duelo de las dos muertes que debe soportar cuando en su actividad rutinaria ciega la vida de tantos que se atraviesan en su raid de violencia y destrucción.
El cuidado estético de la puesta en escena y un tratamiento de imagen que juega con colores fuertes como el rojo y el azul, cuando se trata de transiciones vira al verde, para dotar de cierta atmósfera alejada de toda realidad posible un relato que abraza lo inverosímil desde el primer enfrentamiento del antihéroe hasta el último, hacen de Sin control (título horrible de las distribuidoras locales) un film muy interesante y de amplio espectro en lo que a público de diferentes expectativas se refiere con un Keanu Reeves intratable, perspicaz y recargado.