“Sin dejar huellas” es un thriller con tintes de cine noir, donde el actor Vincent Cassel se pone en la piel de François Visconti, un detective desalineado, agresivo y alcohólico que se ve envuelto en la investigación de la desaparición de un adolescente. El único sospechoso es un profesor de literatura que vive en el mismo edificio que la familia y que estará particularmente interesado por este caso.
En sus casi dos horas de duración, “Sin dejar huellas” nos propone un thriller intenso, que envolverá al espectador en un clima de constante tensión y misterio. Si bien solo tenemos un único sospechoso a lo largo de toda la trama, la misma se interesará por averiguar si este personaje tuvo algo que ver, o no, en la desaparición del joven y qué puede saber al respecto que podría ayudar a la investigación. Por momentos parecería que la historia no tiene un gran avance, aplacada por un ritmo algo pausado, pero llegando al tercer acto nos encontramos con varios giros sorprendentes, cuyos conflictos se terminarán de resolver recién en los últimos minutos del film. Hasta entonces el espectador tendrá una visión parcial de los hechos verdaderos. El desenlace resulta perturbador, devastador y oscuro, y quedará resonando en la mente del espectador una vez que la cinta haya concluido. Se tratan temas complejos y profundos como la protección parental, el abuso, el poder de la literatura, de las palabras, y la invención/imaginación, entre otras cuestiones.
Si bien la historia principal funciona de gran manera, existe una trama secundaria centrada en el protagonista que no se ejecuta de la misma manera. Visconti tienen sus propios fantasmas y problemas personales, como la separación con su mujer y un hijo que se encuentra metido en el narcotráfico y que él tendrá que hacerse cargo, no solo de sacarlo de ahí, sino de que proporcione información para atrapar a la banda. Probablemente este argumento personal sirva para tratar de empatizar con esta especie de antihéroe, a quien no acompañamos en cada decisión o que por momentos puede confundir al espectador en cuanto a sus motivaciones y accionar. Asimismo, intenta ser como un contrapunto con la historia de base, para mostrarnos dos relaciones entre padres e hijos opuestas (por los comportamientos de los jóvenes y la reacción de los progenitores) pero a la vez complementarias. De todas maneras, se siente como algo innecesaria y no del todo bien y completamente abordada, incluso se queda sin un desenlace tangible.
Como mencionábamos, el protagonista transita por una zona gris, al igual que el resto de los personajes muy bien compuestos por cada miembro del elenco. Se destaca no solo Cassel como este detective abrumado (con un gran desempeño interpretativo y una caracterización desalineada muy correcta), sino también Romain Duris como Yann Bellaile, el profesor obsesivo que rozará la locura por momentos. Son los complejos roles los que mantendrán expectante al público y que sostendrán la trama a flote.
La ambientación oscura, sombría y lúgubre, en gran parte del film, hace que se genere el clima propicio para el desarrollo de la historia. Predominan los espacios oscuros y aislados, tanto en el interior como en el exterior.
En síntesis, “Sin dejar huellas” es un thriller francés muy efectivo que logra mantener tenso al espectador durante casi dos horas. Su desenlace sorpresivo e impactante y la composición de sus personajes serán sus puntos más altos, mientras que falla un poco a la hora de conseguir la empatía del público para con el protagonista y darle un contexto personal bien estructurado.