Los Pioneros del Trazo El reconocimiento a un verdadero pionero no sólo de la animación argentina sino a nivel mundial encuentra en este documental el sentido de preservar el patrimonio cultural como parte esencial de la defensa de la identidad. No puede dejarse de entrever en el relato la admiración de un nieto, que funciona como artífice del proyecto donde el material de archivo es realmente escaso debido a la pérdida absoluta de todo vestigio del pasado y las entrevistas a diferentes dibujantes, como el gran García Ferré, refleja el testimonio y el respeto hacia Quirino Cristiani, creador del primer largometraje animado mudo, El apóstol, y también dos décadas después de la primera película animada sonora. El primero, señalado en varias historias del cine mundial data de 1917 y se elaboró bajo la técnica de cartulinas cosidas a mano y filmadas con cámara vertical, mientras que el sonoro se realizó en 1931. Un justo homenaje para un hombre que pasó a la historia solamente para algunos por haberse negado a trabajar bajo la tiranía Disney pero que en el recorrido por su rica experiencia de vida lo señala como un verdadero artista y adelantado a su tiempo.
Un documental sobre la obra del italo- argentino Quirino Cristiani , un animador, historietista, dibujante, creador en l917 del primer largometraje de animación del mundo, “El Apóstol”, y cuya obra se ha perdió casi por completo. Varios incendios dieron cuenta de sus trabajos. Sobrevivió apenas un cortometraje: “El mono relojero de l938. Su nieto Héctor Cristiani con un equipo animaron piezas originales pertenecientes al primer largometraje sonoro llamado “Peludópolis” de l931. La mejor manera de rescatar del olvido a este creador singular. Se trata de la opera prima de Diego Kartaszewicz que entrevista a Manuel García Ferre, Giannalberto Bendazzi, Cesar Da Col, Suilnas, y muchos mas para reconstruir a este pionero de los dibujos animados, que rechazo una oferta de Walt Disney y que le gano de mano en esto de la animación.
Cristiani was here A lo largo del documental Sin dejar rastros (2015) un coro de voces implora al unísono: no nos olvidemos de Quirino Cristiani. “Hay que reconocerlo,” dice un entrevistado. “Hay que rescatarlo,” dice otro. Cristiani fue uno de los pioneros de la animación nacional (y mundial), y de su extensa obra no ha quedado prácticamente nada. A casi cien años de su primer opus, parece haber legado más reseñas que filmografía. Caricaturista autodidacta, su carrera cinematográfica arrancó como animador para el noticiero de Federico Valle. Por donde se lo mire fue un adelantado a sus tiempos. En 1917 hizo El apóstol, la primera película de largometraje animada (una sátira política sobre Hipólito Yrigoyen). En 1918 hizo Sin dejar rastros (sobre el hundimiento de un buque argentino en plena Gran Guerra), que irónicamente se lleva el premio a la primera película de largometraje animada censurada. En 1931 estrenó Peludópolis (otra sátira sobre Yrigoyen), primera película de largometraje animada y sonora. Todas estas películas se perdieron para siempre “como lágrimas en la lluvia”, o en este caso nitrato en el fuego. Es muy noble de parte del director/productor/escritor Diego Kartaszewicz erigir este documental in memoriam en nombre de Quirino Cristiani, un artista que al no poder vivir a través de su obra debe hacerlo a través de la memoria colectiva. La película es además una herramienta didáctica efectiva, narrada por el nieto de Cristiani, con la participación póstuma de Manuel García Ferré y Siulnas, y la inclusión de breves segmentos animados según la rudimentaria técnica del propio Cristiani (la cual es básicamente una forma de stop-motion con recortes de papel articulados). Sin dejar rastros es un digno homenaje, acaso obsesionado con su propia trascendencia y sin mucho más para decir sobre el hombre excepto recalcar lo pionero y polifacético que fue. La película por lo demás esboza varios ángulos interesantes que luego deja picando. El legendario encuentro con Walt Disney, por ejemplo, promete un duelo de opuestos perfecto (artesanía y política vs. corporación e infantilismo) pero así como se presenta se descarta, mientras que una incursión en la faceta naturista de Cristiani queda en la nada, otra nota al pie de página. A fin de cuentas Sin dejar rastros va a lograr su cometido, que es perpetuar la memoria de Quirino Cristiani, director de lo que una vez fue proclamado “el triunfo más grande de la cinematografía nacional”. Se lo pinta como un hombre humilde y de bajo perfil que se rindió de buen humor ante la mala leche de perder toda su obra en un par de incendios desafortunados, prácticamente dejándolo sin progenie artística. Le hubiera gustado esta película.
Sin dejar rastro: homenaje a un pionero del cine Historietista ítalo-argentino, Quirino Cristiani (1896-1984) realizó en 1917 el film El apóstol, primer largometraje de animación del mundo. Su obra se perdió en incendios y sólo sobrevivió el cortometraje El mono relojero (1938). En este documental de Diego Kartaszewicz, varios entrevistados recorren la vida y la obra de Cristiani, se detienen en sus bocetos y recuerdan a Peludópolis, el primer dibujo animado realizado en nuestro país. Con una cámara atenta a desenterrar recortes de diarios y revistas, y a mostrar lo que todavía queda de la obra de Cristiani, el realizador logró así un cálido homenaje a ese verdadero pionero del cine.
LA LINTERNA MÁGICA La figura de Quirino Cristiani, considerado el director del primer largometraje de animación de la historia, sirve para ejemplificar varios karmas argentinos: uno de ellos, y que sirve para darle título a este documental de Diego Kartaszewicz (Sin dejar rastro), es la pérdida de la gran mayoría de la producción audiovisual de los orígenes del cine nacional. Pero también, siendo como era Cristiani un satirista de la actualidad política de su tiempo, una demostración de cómo el humor resultó siempre conflictivo para los sectores de poder, llegando a sufrir la censura. En sus películas había burlas a la figura de Hipólito Yrigoyen; por ejemplo, aquel film originario y perdido se llamaba Peludópolis en referencia al presidente radical. Pero Cristiani era también un artista introvertido (aunque se lo considera uno de los precursores del nudismo en el país), que escapaba un poco de la fama (rechazó un ofrecimiento laboral del propio Walt Disney) y terminó recluyéndose en el interior del país. Todos estos elementos son los que incluye el documental, que avanza sobre el relato oral del propio nieto del artista, Héctor Cristiani. Sin dejar rastro se vale de un elemento clave para el género: el escaso conocimiento que existe en el presente sobre la figura de su protagonista. Desde ahí, construye un relato que logra concitar el interés del espectador acerca de una historia personal apasionante. Por la pantalla pasan referentes de la animación y la investigación cinematográfica como Manuel García Ferré, Giannalberto Bendazzi, Raúl Manrupe, Oscar Vázquez Lucio (Siulnas) y hasta Juan Pablo Zaramella. Cada testimonio aporta datos sobre la trascendencia de Cristiani y alumbra diversas partes de su obra, que tienen que ver tanto con su pericia técnica para lograr animar personajes en tiempos donde las herramientas eran precarias o por su carácter innovador y pionero. El retrato completo aporta una mirada melancólica acerca de un pasado imposible de recuperar (los trabajos del artista se perdieron en sucesivos incendios que sufrieron los estudios donde trabajaba) más allá de las posibilidades que brinda el relato oral de algunas experiencias. Desde lo formal, Kartaszewicz no aporta demasiadas novedades más allá de recuperar gracias a las nuevas tecnologías las caricaturas de Cristiani y ponerlas en acción. Así como Sin dejar rastro revela la presencia de un artista olvidado, también es cierto que se queda en los límites de su exposición, ganado por un carácter más didáctico e ilustrativo que original o creativo. Estamos ante un documental que tiene como mayor objeto sembrar la semilla del interés sobre el personaje en el que hace foco, dejando libertad al espectador para continuar una historia que se intuye mucho más rica y compleja. Sin dejar rastro es una suerte de linterna mágica que nos alumbra el camino.
¿Sabía usted que…. … Quirino Cristiani fue el creador del primer largometraje de animación del mundo? Y lo hizo nada más y nada menos que en Argentina. Sin Dejar Rastros (2015) es un documental que busca homenajear a Cristiani, animador, dibujante e historietista italiano, que a principios de siglo XX inventó un sistema de animación que hizo posible que en Argentina se estrenara El Apóstol (1917), el primer largo animado del mundo. Siguiendo la cronología, Sin Dejar Rastros (1918) fue el segundo largo animado silente del mundo y, gracias a los archivos, se sabe que trataba el episodio del hundimiento del buque argentino “Monte protegido” por parte de un submarino alemán durante la Primera Guerra Mundial, generando un debate acerca de la posición neutral que Argentina había declarado. El film, que contaba con dibujos y guion del mismo Cristiani, duró tan solo un día en cartel, ya que fue censurado de inmediato y, paradójicamente, fiel a su titulo, no se han conservado copias. La perla del documental es el trabajo de su nieto, Hector Cristiani, quien junto a un equipo de animadores, vuelven a dar vida a algunas piezas originales de marioneta que pertenecieron al primer largometraje animado sonoro, que supo llevar el nombre de Peludópolis (1931), sátira política acerca del golpe de Uriburu. En 1957 y 1961 se produjeron dos incendios que destruyeron todas sus películas, de las cuales solo se conserva El Mono Relojero (1938). Con entrevistas y testimonios de colegas de la animación y un trabajo profundo de investigación de archivos históricos, Sin Dejar Rastros incentiva al espectador a seguir buscando por su cuenta más datos acerca de este entrañable personaje, valorar nuestra cultura y entender que en Argentina no sólo se inventó el dulce de leche.
¿Quién fue Quirino Cristiani? Esa pregunta nos hundirá en este documental sobre más que la historia de una persona, también será sobre los inicios de la animación universal. En 1917 se estrenaba en Argentina “El apóstol“, la primera película animada de la historia realizada a mano por el mismísimo Quirino Cristiani. Además de ser pionero en esta nueva forma de hacer cine, fue uno de los impulsores del mismo (y no dejó de hacer animación hasta que pudo). El director Diego Kartaszewicz se sumerge en la historia de no sólo de la animación, sino de la propia Argentina para colaborar las causas misma de sus creaciones. “Las primeras animaciones eran políticas, era para adultos.”, como bien se dice en el largometraje. De la mano de su nieto, Héctor Cristiani como locutor y narrador, vamos descubriendo las diferentes facetas que tenía el olvidado cineasta tanto íntimas como sociales. Su relación con los momentos políticos y, entre otras cosas, su vínculo con figuras de la animación de ayer y hoy como fue la llegada de Walt Disney a Buenos Aires y su asombro al ver el estudio del italo-argentino. La obra “El apóstol”, precursor a todo animación antes vista, fue una sátira política y que en la producción de es recreada a través de las declaraciones y de diferentes documentación ya que la versión original no se obtienen ningún tipo de registro porque terminó hecho polvo luego de un incendio de los estudios de Cristiani. Lo único que se pudo recatar de dicho desastre fue una copia de “El mono relojero“, ya alejado de las primeras creaciones del historietista y de sus críticas al régimen vigente. Pero no sólo son películas en la vida de el animador, también veremos su versión paternal, sus juntadas artísticas, su hogar en las lejanías del interior, su amor por los animales. Todo conformó al dibujante para pensar y crear su estilo en el cine nacional. Testimonios de diversos de artistas plásticos le honra memoria en el video de una hora. Desde Juan Pablo Zaramella hasta Manuel García Ferré hacen un enorme trabajo para darle una nueva imagen a Cristiani: La olvidada, la no documentada, la que hace falta.
Los que realizan documentales tienen el objetivo de informar al público sobre un hecho en particular, una situación extraordinaria, o sobre alguna persona o personaje olvidado que puede haber sido hecho adrede o por desinterés de la gente en mantener la memoria viva, o tal vez por considerar que es poco importante como para recordarlo. Este es el caso que toma el director Diego Kartaszewicz, sobre un historietista que se volcó al mundo de la industria del cine, y para desarrollar su talento se convirtió en el creador de la primera película de dibujos animados de largometraje en el mundo, cuando fue contratado por la Cinematográfica de Federico Valle, para hacer dibujos animados al cierre de cada noticiero fílmico. Así, prácticamente sin planificarlo, Quirino Cristiani se convirtió en un pionero, porque fue un autodidacta y, por lo visto, muy ingenioso al construir a mano cada dibujo en cartulina negra y los bordes blancos. Para darle movimiento las articulaciones estaban cosidas con hilo negro y luego de cada foto movía el dibujito y podía lograr tener una continuidad en el desplazamiento. Pero también fue precavido y registró esta técnica en 1917, convirtiéndola en un negocio. Estos dibujos tenían referencias políticas para ilustrar las noticias que se proyectaban en los cines, y luego, el 09 de noviembre de 1917, estrena el primer largometraje dibujado que titulo “El Apóstol”, en el que se dedicaba a criticar a los político, y fundamentalmente a satirizar al gobierno de Hipólito Irigoyen. Fue un gran suceso, se daban varias funciones por día, el público se divertía, y las críticas de la época le eran favorables. La segunda película se llamó “Sin dejar rastro”, pero fue suspendida por la municipalidad convirtiéndose en el primer film animado censurado del mundo. En 1931 continuó con “Peludópolis”, que estaba sonorizado por medio de discos. Lamentablemente no hay registros de estas películas, porque el depósito dónde estaban guardadas se incendió, pero, por suerte, hay archivos de los diarios que certifican que todo lo dicho fue verdad. La historia es relatada en su mayor parte, con voz en off y en on, por su nieto, Héctor Cristiani, matizada con entrevistas a otra nieta y a dibujantes de distintas edades que conocían su biografía. Afortunadamente hubo alguien que rescató a este personaje en todos los sentidos de la palabra, y nos acercó a los orígenes de una creación que revolucionó al séptimo arte.
VISIBILIZAR EL RASTRO Quirino Cristiani y su amigo se instalaron en la puerta del parque japonés con un pequeño proyecto: realizar caricaturas en un minuto y venderlas. Si superaban dicho tiempo, las obsequiaban. Si bien la idea se convirtió en un éxito, las autoridades del parque pensaban lo contrario y terminaron echándolos. Ese fue el comienzo del camino, la primera huella. La anécdota de juventud del pionero, animador y dibujante ítalo- argentino no sólo actúa como el punto de partida de su recorrido personal con el que logró grandes hitos, como la realización de El apóstol, el primer largometraje de animación del mundo en 1917, o patentar su técnica de animación en aquellos años, sino también funciona como incentivo para un segundo trayecto: el de su nieto Héctor. Porque si bien el documental Sin dejar rastro subraya el homenaje y la reivindicación a una figura olvidada por la sociedad y la cultura nacional, gracias a la puesta en escena de los pocos materiales sobrevivientes de los incendios de los laboratorios de Cristiani así como la diversidad y el peso de testimonios tales como de Manuel García Ferré, Siulnas, Norberto Galasso, Juan Pablo Zaramella o Giannalberto Bendazzi, entre otros; también postula una fuerte presencia de su nieto ya sea como la voz en off que guía el relato, como aquel que vuelve sobre los pasos de Cristiani o quien comenta historias de la infancia. De esta manera, el director Diego Kartaszewicz recupera en su ópera prima a Cristiani en un doble sentido: en tanto mito por ser pionero y emprendedor del dibujo animado en Argentina y a nivel mundial, y como hombre. La historia que mejor reúne ambos aspectos es la de su encuentro con Walt Disney cuando vino al país en 1941 a presentar Fantasía. Allí, el director y animador estadounidense le ofreció trabajo en sus estudios y el ítalo-argentino lo rechazó porque prefería hacerlo por su cuenta. Y la escena que encarna esa imbricación no es otra que la de Héctor en el cine, en el breve montaje paralelo entre la mirada del hombre y la pantalla. Reanimando a Cristiani reza el corto y, entonces, la huella se vuelve marca. Esta vez sí queda rastro. Por Brenda Caletti @117Brenn