La familia unida jamás será vencida
Ambientada en una Tailandia bastante convulsa, esta vibrante aunque algo tópica película de acción nos explica la angustiosa peripecia de una familia norteamericana que se ve envuelta en una serie de trágicas protestas por parte de una población de uñas a causa de la invasiva presencia en su país de inhumanas corporaciones. Esta es tan sólo una mera excusa para volver al manido tema de lo esencial de salvar la familia cueste lo que cueste en un clima decididamente hostil.
La cámara se mueve con soltura, y el metraje se pasa como un suspiro mientras los protagonistas se las ven y se las desean para alcanzar algún punto de cobijo que los resguarde de la crueldad de los sanguinolentos huelguistas (no se entiende cómo el film haya conocido su estreno el mes pasado en tierras tailandesas, porque lo cierto es que deja a sus habitantes como auténticos cafres).
Lo mejor de la función lo brinda el personaje secundario interpretado por un socarrón Pierce Brosnan, embutido en la piel de una especie de mercenario borrachín que prestará su ayuda incondicional para apoyar a sus compatriotas. Suyas son las mejores frases del guión en el que se deja entrever (sin entrar en mucho detalle, claro) un atisbo de crítica feroz hacia la ambigua labor de los gobiernos de los países del primer mundo, a quienes no les duelen prendas a la hora de aprovecharse de la miseria ajena mediante un sistema de engañosos préstamos que acaban por esclavizar a los más necesitados. Pero ya decimos que esto funciona como mínima acotación de un relato donde lo único que interesa es saber si los desubicados héroes acabarán por salvar todos los obstáculos que irán apareciendo a su paso.
Sí, que es cierto que hacia el final de la película nos topamos con un clímax sorprendente en cuanto a su audaz planteamiento, que aquí no develaremos pero que acaba por desbaratarse a causa de la dichosa costumbre de los realizadores yanquis de medio pelo de tirar por el camino más fácil. Y es que el director de esta frenética propuesta, John Erick Dowdle, por ahora tan sólo ha filmado una serie de películas mediocres que se mueven torpemente entre el thriller y el terror, destacando por su despropósito el remake de la cinta española REC, titulado Cuarentena, y la más reciente Así en la Tierra como en el infierno.
En cuanto a los protagonistas, encontramos a la siempre interesante Lake Bell, en su primer papel en un Blockbuster hollywoodiense después de haberse labrado una merecida fama en el cine más autoral con títulos como Encontrando tu voz o Un golpe de talento. A su lado, en un rol dramático alejado de sus más acostumbradas comedias alocadas, un muy creíble Owen Wilson, en una actuación de una fisicidad asombrosa.