Sin escape -basada en una exitosa novela que, a su vez, se había inspirado en un impactante caso real- reconstruye la historia de un austríaco que, tras pasar seis años en prisión por un robo con armas, sale en libertad y, al poco tiempo, no sólo reincide con audaces asaltos a decenas de sucursales bancarias, sino que se convierte también en un famoso corredor que gana la maratón de Viena con récord incluido. Su destreza física, claro, le servirá para huir en múltiples ocasiones de la persecución policial. Rodada con un vértigo, una tensión, una sofisticación, una precisión y una destreza técnica pocas veces vista (en especial, durante las secuencias de los asaltos), Sin escape instala a Heisenberg (que había debutado con la promisoria Sleeper), de apenas 36 años, como una de las grandes esperanzas surgidas de la Escuela de Berlín, el movimiento cinematográfico más interesante del nuevo cine alemán.