Robó, huyó y los pescaron
Film instalado en el genero del Biopic, esto es que hace referencia a dar cuenta de una historia de vida de un personaje real.
Basada en una novela inspirada en hechos reales, que tuvo su éxito por los años ‘80, es la historia de un maratonista que también robaba bancos. Ambas actividades suponen una descarga de adrenalina excesiva, y este es el punto que desarrolla casi exclusivamente el film.
Hecho que no quita que estemos frente a la construcción de un personaje, por parte guionistas y el director, que va hacer énfasis en algunos aspectos dejando de lado otros.
Esto es forzosamente así, pues queda claro que es del orden de lo imposible exponer todas las variables que llevaron a este personaje a ser quien fue.
En principio se podría decir que estamos ante la vida de un lumpen, un marginado social, que no puede dar ni recibir afecto, y como tal sus responsables trabajan estos tópicos tanto desde la estética como desde el armado del personaje y la narración.
La historia abre con una persona corriendo en círculos en el patio de una prisión, para luego seguir entrenando en su celda utilizando una cinta. Corre todo el tiempo, corre, a veces en círculo, por lo cual siempre llega al punto del que partió, o en una cinta en la que se corre sin llegar a ningún lado.
Cuando sale de la prisión roba un banco y corre. Nada sabemos de sus motivaciones, de su historia anterior que lo llevo a ese punto, situación que desplegaría infinidad de conjeturas, pero la sensación es que lo único que lo motiva, que lo moviliza, es la cercanía del peligro, la descarga adrenalínica.
Al mismo tiempo que es buscado por la policía, gana maratones, pero nada de todo esto parece tener importancia para él, sus objetivos una vez alcanzados pierden por completo su funcionalidad.
Sino fuese por que nuestro antihéroe corre sin destino prefijado, y siempre vuelve al mismo lugar, se podría decir que es una road movie, en el sentido que el realizador Benjamin Heisenberg pone demasiado cuidado y detalle en las escenas de las carreras, ya sean deportivas y específicamente las de persecución. Consiguiendo las mejores filmadas en ese rubro en mucho tiempo.
La cámara al servicio del relato le imprime tensión a la narración, otorgándole un plus de vértigo que la historia como tal podría prescindir y/o carecer. Esto en razón de la poca importancia que el guión le presta a las cuestiones del tratamiento psicológico del personaje.
Sólo el acercamiento de una mujer, que lo ama desde antes de su estadía en prisión, lo corre (valga la redundancia) del lugar en el que se instala. Pequeñas muestras de afecto a los que no puede o no sabe como responder.
Si bien en cuestiones técnicas de filmación el producto es de óptima calidad, es la excelente performance del actor Andreas Lust, quien le presta un cuerpo maleable, sufrido, y un rostro pétreo, inescrutable, a un personaje difícil de construir, ya que la intención, ampliamente lograda por cierto, es generar algo de empatía por parte del espectador con tanta locura sin explicar.