Con la comedia liviana Sin filtros, Santiago Segura se pone la camiseta de director nuevamente para traernos una comedia liviana y pasatista, pero con muchos gags.
Paz (Maribel Verdú) es una mujer en lo que debería ser el punto más alto de su vida. Sin embargo su novio no la tiene en cuenta, el hijo de él la acosa sexualmente, su amiga la utiliza para descargar sus ridículas y rebuscadas teorías sobre su ex pareja y, para colmo, su jefe le impone de supervisora a una veinteañera sin ningún talento pero con muchos seguidores en Instagram.
En medio de ataques de pánico y dolores de pecho, visita a un gurú (interpretado por Santiago Segura) que le da una pócima que le permitirá decir todo lo que siente, lo que hace que Paz finalmente pueda, sin ningún tipo de freno, enfrentarse a todos los que la rodean.
Sin filtros es una película divertida, de eso no cabe dudas. Pero el guion es flojo. La idea la hemos visto hasta el hartazgo, a veces incluso contada con cierta gracia, aunque aquí los chistes se suceden sin mucha unión entre ellos. La trama es de por sí bastante rebuscada y poco creíble. Lo mejor es que Maribel Verdú es una actriz carismática, que ya tiene ganado al público argentino, y la película depende totalmente de ella.
Segura por otro lado queda chico como director, desde muy obvios errores de continuidad, hasta la estética de programa cómico de los ochenta, pasando por pésimos encuadres y problemas de edición, da la sensación de que el film se hizo sin mucha preparación. Además, está tan alejado del humor que hizo el director/actor, tan característico en la saga de Torrente, que sus seguidores no van a encontrar a la película demasiado interesante.