Libérate a la española
Remake del éxito chileno de 2016, Sin filtros (Sin rodeos, 2018) es la versión española de esta comedia que también tuvo su versión mexicana y el mes próximo, la argentina protagonizada por Natalia Oreiro.
Paz (Maribel Verdú), de paradójico nombre ante la debacle posterior, es una publicista de casi cuarenta años opacada por una veinteañera que hace furor en las redes sociales. Su ex novio trabaja con ella y está a punto de casarse con una mujer que lo humilla a diario. Ella está en pareja con un artista plástico de dudoso talento (Rafael Spregelburd) que no es capaz de pagar las cuentas, mientras su hijo es insolente y maleducado. Su amiga vive encerrada en su celular y no la escucha, mientras que su hermana tiene una excesiva fascinación por su gato. Un día ve un anuncio televisivo de un chamán que garantiza soluciones mágicas a sus problemas.
Esta comedia rosa sobre una mujer que llega a un punto de hartazgo insostenible por su actitud sumisa frente al resto, y que explota mediante un conjuro fantástico, tiene su punto fuerte en la adaptación al localismo de su país de producción, en este caso, España. Protagonizada por Maribel Verdú, que se carga la película al hombro, y dirigida por Santiago Segura, la película cuenta con la idiosincracia característica que estos nombres sugieren.
Sin filtros es una comedia de manual, construida sobre una fantasía que se hace realidad en pantalla para que el espectador proyecte sus anhelos personales. La película funciona por partes, nos identificamos con la frustración inicial, nos reímos con la catarsis y perdonamos los giros veloces hacia el final para cerrar los conflictos planteados.
El estilo irreverente y escatológico del director de Torrente, el brazo tonto de la ley (1998) se oculta detrás de un formato políticamente correcto, sólo vislumbrado en algún que otro pasaje (los personajes estrafalarios de la fiesta del vecino, el promiscuo hijo de su pareja, o el surrealista final) que son lo mejor de la película.
Sin filtros funciona porque Maribel Verdú hace funcionales situaciones forzadas y porque distintos chistes despredigados por los noventa minutos son efectivos. No tanto aquellos que buscan el golpe de efecto sino los otros, puestos al pasar. La fotografía del chamán que personifica el propio Santiago Segura junto a Rajoy es uno de ellos.