Una fobia solucionada por el problema que la origina
Con el sello de un cine industrial, que garantiza calidad en la manufactura y entretenimiento seguro, "Sin hijos" alcanza su objetivo de la mano de una dupla protagonista con mucha química, sumada al carisma y la gracia de una niña que aporta los mejores momentos del film.
Ariel Winograd, responsable de Mi primera boda -2010- y Vino para Robar -2013-, dirige esta comedia de enredos producida por Patagonik que, sin ser original y con todos los estereotipos, clichés y ridiculeces propias del género, funciona de manera ágil, sin dejar cabos sueltos y con una cuidada y eficaz puesta en escena que entretiene hasta el final.
La trama tiene como protagonistas a Gabriel -Diego Peretti-, separado hace cuatro años, que vive con su hija Sofía de ocho años -interpretada por Guadalupe Manent, quien debuta cinematográficamente siendo toda una revelación- a la cual dedica su vida y cuya idílica relación le impide intentar una nueva relación amorosa. Pero la aparición de Vicky -Maribel Verdú-, un amor platónico de la adolescencia, abre nuevamente el corazón de Gabriel, transformando su vida en un tormento cuando Vicky le exponga su especie de fobia o condición para llevar adelante un romance.
La buena química entre Peretti - Verdú y la revelación actoral de Manent es bien secundada por Martín Piroyansky, Marina Bellati, Guillermo Arengo y Pablo Rago, que aportan su cuota de humor a un relato ágil y superficial, haciendo que ésta clásica comedia romántica y de enredos familiares se disfrute sin más pretensiones que el mero entretenimiento.
Párrafo aparte para un dato curioso que resulta interesante destacar vinculado sobre todo a la puesta en escena.La elección de locaciones como la fábrica abandonada y el bosque, la fotografía utilizada y la puesta de cámara elegida para narrar las escenas que allí ocurren, propias del género de suspenso y terror, llevan a pensar que el director Ariel Winograd bien podría incursionar dichos géneros y salir victorioso.