De padres solteros
Sin Hijos (2015) instala de lleno tres temas actuales en el cine argentino mainstream: el padre soltero, las repercusiones en su hija pre-adolescente y, sobre todo, la adolescentización de los adultos. Temas tratados superficialmente y en clave de comedia familiar romántica, pero tratados al fin.
Gabriel (Diego Peretti) quería de joven ser rockero, salir con la chica hippie que se va de viaje al norte y gozar de la vida relajada. Pero ya de adulto es el responsable padre de una niña de nueve años (Guadalupe Manent), a quién dedica su vida. Todo cambia cuando Vicky (Maribel Verdú), la misma mujer de su adolescencia aparece nuevamente como una suerte de mágica segunda oportunidad. Se enamoran perdidamente aunque no todo será color de rosa: Vicky odia a los niños. Ante la presión Gabriel decide esconder a su hija de Vicky y a Vicky de su hija.
La comedia de enredos se presenta en clave de comedia familiar, haciendo de la problemática un tema superador. Los vínculos rotos funcionan como el eje de la trama (también se desarrolla en segundo plano la relación de Gabriel con su padre interpretado por Horacio Fontova), mientras que la estructura del género –conservador- reinstala el valor de la familia tradicional. Si bien es cierto que el tema podría haber sido tratado con mayor profundidad, planteando una solución posible y no mágica a las ordenes del genero, son este tipo de films mainstream los que instalan la cuestión en el imaginario de la gente y no otros mas profundos pero poco masivos.
Técnicamente la película es correcta, su estructura narrativa funciona mediante un guion ágil que no deja cabos sueltos, y la elección del equipo artístico es la indicada. La producción de Patagonik detrás, explica un poco el cuidado de la imagen, aunque también la posibilidad de contratar al director adecuado para el genero, Ariel Winograd, responsable de Mi primera boda (2010) y Vino Para Robar (2013), o a la dupla protagonista que componen Peretti y Verdú. También los actores secundarios suman puntos a la hora de la cuota humorística: Martín Piroyansky, Marina Bellati, Guillermo Arengo y Pablo Rago, refuerzan el timming de la trama.
Un párrafo aparte merece la niña Guadalupe Manent (qué hace su presentación con este film), que se roba la película con su encanto y carisma, aportando los mejores momentos tanto emotivos como humorísticos.