El director Neil Burger, quien hace unos años brindó esa excelente película que fue El ilusionista regresa con otro buen thriller, que cumple con el objetivo de brindar un buen entretenimiento bien realizado.
Probablemente lo más importante de Sin Límites es que se trata de un film que le permitió a Bradley Cooper demostrar lo buen actor que es y lo subestimado que está en Hollywood.
Con este film probó que está para mucho más que hacer de galán cancherito en las comedias románticas.
Burger presentó en este caso un film con una narración muy ágil que presenta el conflicto sin muchos preludios y logra mantenerte enganchado hasta el final.
En esta película trabajó con más hincapié en los efectos visuales, que en este caso tienen que ver con lo efectos que le produce al protagonista una droga que es la que dispara todo el conflicto,
Los efectos están muy bien elaborados y le otorgaron un interesante estilo visual al film
El mensaje que deja la historia sobre las drogas es un poco ambiguo y parecería por momentos que consumir basura es el camino para que la gente desarrolle sus máximos potenciales, aunque por otra parte, no crea que este sea un film para analizar el tema en serio.
Algo que se le puede objetar a la película es la manera en que trabajaron a la mafia rusa que es totalmente estereotipada, pero esto ya es algo normal en Hollywood.
Sin límites es esa clase de películas como 8 minutos antes de morir (Jake Gyllenhaal) que no son producciones emblemáticas pero están bien hechas, tienen buenos actores y lograr hacerte pasar un buen rato en el cine.
Al menos cuando la historia termina no vas correr a la boletería a reclamar el dinero de tu entrada (como si te estimula hacer Apollo 18) y eso es una buena noticia.