Los hermanos Tanner y Toby Howard tienen un plan que deben llevar a la perfección y lo más rápido que puedan. Todo consiste en robar la mayor cantidad de bancos posibles de determinada empresa texana, misma compañía que está a punto de quedarse con la granja familiar, el único legado que tienen. Los hermanos Howard deberán ir a contrarreloj para conseguir el dinero de forma ilícita mientras son perseguidos por un veterano sheriff a punto de retirarse.
Sin arrasar en la conquista de premios o nominaciones previas a los Oscar, nos llega Sin Nada Que Perder (Hell or High Water en su nombre original), quizás la película que viene haciendo menos ruido de las nueve ternadas a los Oscar, pero no por eso deja de ser un gran film.
Lo primero que salta a la vista mientras vemos Sin Nada Que Perder es una constante sensación de déjá vu. Y es que es imposible para el cinéfilo de alma no pensar durante todo el metraje, que esta ante un film de los hermanos Coen. Tanto la dirección de David Mackenzie, como el guion escrito por Taylor Sheridan, son un total guiño/homenaje a los western modernos de los Coen.
Así es como tenemos un film bastante crudo tanto en imágenes como en trama, pero a la vez cargado de un humor negrísimo, en especial por cortesía del siempre genial Jeff Bridges, quien quizás para la mayoría se venga repitiendo siempre en el mismo papel los últimos años, pero en esta ocasión le da unos matices a su personaje que lo hacen sobresalir a los demás y justifica totalmente el porqué de su nominación al Oscar.
Pero el resto del elenco no se queda atrás. Ben Foster vuelve a dar muestras sobradas de que es un actor que merece mucho más reconocimiento del que recibe, y Chris Pine, como viene demostrando en sus últimos trabajos, deja en claro que está para bastante más que encasillarse como el Capitán Kirk.
A las buenas actuaciones, hay que sumarle el buen pulso con el que está escrita y dirigida la película. El nivel de tensión va in crescendo hasta el obvio y necesario tiroteo del final, que si bien peca de muy cinematográfico con respecto a lo que se venía contando, la buena dirección de David Mackenzie lo compensa haciendo que siempre entendamos quien esta disparándole a quien, alejándose de la cámara con Parkinson o los miles de cuadros por segundo.
Hell or High Water es de las nueve nominadas al Oscar, la que tiene una de las propuestas más convencionales; sin sorprender tratando de innovar u homenajear algún genero en particular; y es en su simpleza donde radica su mayor fortaleza.
Para quienes busquen un buen western urbano, de esos que salen en cuenta gotas actualmente, miren Sin Nada Que Perder. Si buscan un buen film, sin pretensiones, y con algún gag bien bizarro y una historia simple pero entretenida y solida, también tienen que ver Sin Nada Que Perder.