Mezcla de thriller, western y road movie, drama familiar y hasta comedia, "Sin nada que perder" es un producto mestizo que sale bien parado desde todos los puntos de vista que se lo enfoque. Película de bajo presupuesto del director inglés David Mackenzie y candidata a cuatro Oscar, se destaca por el trabajo de los actores, incluidos unos memorables secundarios que duran minutos, un guión sólido, suspenso y acción, y unos diálogos donde todo lo que se dice tiene sentido, hasta los momentos que desafían a la corrección política. No sobra ni falta nada y todo está dosificado con precisión incluso el humor constante y la ironía.
Los protagonistas son dos hermanos, Tanner y Toby Howard, a cargo de un brillante Ben Foster y Chris Pine, que intentarán dar un desahogo a su desastrosa situación financiera, producto de una hipoteca impagable por la que perderán su campo y la destartalada casa familiar. Para eso, cuando Tanner sale de la cárcel, deciden robar pequeños bancos. Eso, según dice incrédulo uno de los personajes secundarios, ya no se hace. Y estos dos hermanos tan distintos en su carácter, sin embargo lo hacen intentando no matar a nadie. Solo quieren meter la plata en una bolsa y huir a otro pueblo para volver a robar a esos bancos que en varias ocasiones el guión transforma en el malo de la película.