Suspenso con Anne Heche y Thomas Jane
Demasiadas vueltas de tuerca en un clásico film del súbgenero “desapariciones” en donde un matrimonio busca desesperadamente a su hija de 11 años.
El reconocido actor y ahora director Peter Facinelli se estrena tras las cámaras con esta propuesta que por momentos logra mantener en vilo al espectador gracias a su desarrollo narrativo, el que, cual mamushkas, comienza a revelar capas de un guion en el que siempre hay una nueva sorpresa para impactar en la historia.
Es justamente en ese intento de “sorprender” continúo, en el que Sin rastro (The Vanished, 2020) no logra sostener la progresión dramática, ofreciendo cual compendio de serie, aislados hechos que podrían bien funcionar como unidades significativas sin mantener una correlación con lo precedente.
Así, tras la irreversible noticia de la desaparición de la pequeña Taylor, sus padres, encarnados por Anne Heche y Thomas Jane, comenzarán un derrotero para dar con el paradero de la niña, asociándose según lo requiera la trama, con otros habitantes del lugar, la policía, y hasta con ellos mismos.
Dividida por trazos gráficos que anuncian el paso del tiempo y los días desde la desaparición de Taylor, la narración avanza sumando obstáculos y objetos conflictos a los protagonistas. Cuando no es una vecina de acampe que despierta los instintos sexuales de él, es ella quien avanza a paso sigiloso en la tienda de víveres del lugar, imaginando que tras esa fachada hay algo más.
Tramo a tramo la película agrega información acerca del afuera de la pareja, la que, en un primer momento, se la presenta como la idílica familia que disfruta de la vida al aire libre, cantar melodías pegadizas en la ruta junto a su hija, y, esperar el tiempo que sea necesario para lograr “pescar” al más grande espécimen del lugar, aunque luego lo devuelvan al agua porque ninguno disfruta el hecho de luego matar al pez.
El guion del propio Facinelli revisita todos los tópicos habidos y por haber del género, pero decide envestir a la dupla protagónica con un halo de misterio y cierta oscuridad para que también sean parte de los posibles sospechosos de la desaparición de su hija.
Sin rastro pierde su norte y busca con una revelación “mágica” final, justificar todo, imponerse como producto novedoso cuando en realidad en materia de suspenso y tensión ya se ha dicho y hecho demasiado.
Heche logra transmitir la angustia de una madre desesperada por encontrar a su hija al mismo tiempo que intenta mantener a flote su matrimonio, pero no puede superar las disparatadas vueltas de tuerca que en plan de originalidad el guion plantea, y en ese deambular entre diálogos el espectador, preso de algo que nunca termina de suceder, pierde también el rastro de una convencional propuesta que cuanto más novedosa quiere mostrarse, menos lo hace.