“Sin tiempo para morir” de Cary Joji Fukunaga. Crítica.
Una despedida a todo trapo.
Francisco Mendes Moas Hace 7 días 0 6
Nos encontramos ingresando poco a poco en una especie de nueva normalidad, lo que significa que los tan ansiados blockbuster toman su lugar en las carteleras de los cines. Así que por fin podemos ver la última película de Danield Craig como James Bond, a partir de hoy 30 de septiembre. La entrega número 26 del espía más famoso del Reino Unido es “Sin tiempo para morir”, dirigida por Cary Joji Fukunaga. Cerrando aquí una de sus mejores etapas, donde se revitalizó el género.
Bond se encuentra disfrutando de su retiro, pero la paz no es algo que pueda durar mucho en la vida del agente 007. Su amigo de la CIA, Felix Leiter busca su ayuda en una misión. Debe rescatar a un científico secuestrado del MI6, con el fin de evitar que un nuevo villano consiga un arma programable a través de ADN. Todos los viejos conocidos vuelven, inclusive Spectre, todo sumado a la última tecnología en espionaje y autos de alta gama. Una película de James Bond con todas las letras.
Nos encontramos aquí con un cierre con broche de oro, de una saga de películas que redefinió como debían hacerse las entregas de Bond en este nuevo milenio y le marcó el rumbo a sus sucesoras. Autos de alta gama, sin que falte el inigualable Aston Martin, armas, smokings y martinis, agitados no batidos. Todos los elementos necesarios para conformar una película de 007 se encuentran presentes con creces.
Además uno de los principales factores suele ser el villano, mientras más frío y megalómano mejor. Con breves pero categóricas apariciones, Rami Malek le pone el cuerpo a este rol. Su admirable interpretación queda opacada por dos factores. En primer lugar, su plan, ya que en un inicio surge de la venganza, una vez concretada la misma, este pierde fuerza y fundamentos. Por otro lado, es tanto lo que le sucede a Bond a nivel personal en esta entrega que el villano casi no puede posicionarse como agente de peso dramático.
Asimismo, Daniel Craig se encuentra en su última encarnación del personaje. Papel al que consiguió exprimir todo el jugo a lo largo de varios años, llegando a este punto a conseguir una de sus mejores interpretaciones. Más que nunca la trama recae en él, teniendo revelaciones a nivel personal y dejando salir sentimientos que ningún otro Bond se había animado a soltar. La fría y calculadora máquina de matar y hacer el amor que es el agente 007, se debe enfrentar a su peor enemigo, su corazón.
Por demás entretenida, una autopista sin control, que como consecuencia su larga extensión casi no se percibe como tal. Si bien la gallina de los huevos de oro que es James Bond para la industria está lejos de ver su fin, llegamos al categórico final de una de sus mejores etapas. Dejando en la memoria escenas épicas y espectaculares y un mar de intrigas sobre quién será la próxima persona en ponerle el cuerpo al personaje. A menos que se animen a dejar lo que ya propusieron en esta entrega, pero para saber de qué se trata hay que ver la película.