Sin dudas Bond se transformó en un personaje difícil de abordar. Anclado en el pasado, lograr sostenerlo en el presente es cada vez más complejo. Sus características, su personalidad, sus métodos, su historia no son fácil de contar en 2021.
Debido a esto, satisfacer a todos es imposible. Los seguidores de la saga podrán ver qué hay cosas que no cierran. Los nuevos espectadores tal vez no la entiendan más allá de una película de acción.
Entre todo esto, “Sin tiempo para morir” tiene uno de los mejores comienzos de la saga. La primera media hora es realmente buena. Ágil, bien desarrollada, con los matices justos entre acción, los toques cómicos del personaje y los guiños a los espectadores.
Pero la dificultad de abordar al agente secreto termina produciendo que el film decaiga.
El argumento no es del todo sólido, pero sí bien abordado. Sin embargo, luego de ese comienzo muy entretenido la película se diluye. Innecesariamente (o tal vez necesariamente pero de mala manera) se cae en explicaciones y dramatizaciones que no ayudan nada y termina produciendo un film de acción cualquiera y no una película de James Bond.
Además, los personajes secundarios no aportan lo necesario. Ni el villano de turno (Rami Malek), ni la “chica Bond” (Léa Seydoux) dan la talla. Sin dudas la mejor aparición es la de Paloma (Ana de Armas) y está totalmente desperdiciada.
El inconveniente de la crítica es que para poder terminar de explicar porque la entrega número 25 de la saga se desploma hay que contar cosas que no se pueden contar (spoiler).
Así que no queda más que ver al agente 007 y disfrutar lo que al menos es uno de los mejores inicio de la saga.