La nueva película del agente secreto británico más famoso cuenta con la particularidad de ser la última donde el papel de James Bond es interpretado por Daniel Craig. A la vez, Sin tiempo para morir (No time to die, 2021) por primera vez continua linealmente la historia planteada en su antecesora, Spectre (2015), donde luego de encerrar a Ernst Stavro Blofeld (Christoph Waltz) –líder de la organización Spectre- 007 decide retirarse del servicio secreto británico MI6 para comenzar una nueva vida junto a Madeleine Swann (Léa Seydoux).
El film comienza con un Bond que parece disfrutar de su retiro junto a Madeleine, pero que todavía tiene algunos secretos que lo atormentan. Vertiginosamente, como en toda buena película del agente 007, las cosas cambian para culminar solo en Jamaica donde recibe la inesperada visita de su viejo amigo de la CIA, Félix Leiter (Jeffrey Wright). Éste le pide ayuda para realizar una operación encubierta en Cuba donde descubre una nueva arma biológica.
Cuando Bond regresa a Londres se reencuentra con “M” (Ralph Fiennes), Moneypenny (Naomie Harris) y “Q” (Ben Whishaw) quienes lo acompañaran en la búsqueda de “Safin” (Rami Malek), el responsable de la nueva amenaza, que está en una isla del Pacífico utilizada como base de submarinos durante la Segunda Guerra Mundial.
El director Cary Fukunaga intenta contar una historia que le otorgue a la última personificación de Craig un “cierre perfecto”. Quizás por ese motivo fuerza situaciones que hacen que el personaje se aleje de su esencia provocando un final que no es acorde a una película del agente 007. James se ha enamorado y ha llorado por mujeres en varias oportunidades –incluso por la muerte de su esposa (Al servicio secreto de su majestad, 1969)- pero siempre siguió adelante.
Sin lugar a dudas esta vigesimoquinta entrega se puede decir que es una muy buena película, pero cada seguidor deberá determinar si es una “muy buena película de James Bond”. Como dice al finalizar el film: James Bond continuará…