El eterno Craig
Bond, retirado, pareciera tener una vida tranquila en Jamaica. Obviamente, la calma siempre dura poco tiempo para un agente 007. Antes de los créditos iniciales (que contienen la canción de Billie Eilish) nos muestran una espectacular secuencia introductoria que nos anticipa a lo que veremos en tanto tono y trama en el resto del film. La nueva aventura del legendario personaje se desprende del pedido de ayuda de su viejo amigo de la CIA, Felix Leiter. Es aquí cuando un inoxidable Daniel Craig demuestra que está más vigente que nunca.
La película retoma algunos sucesos y personajes de 007: Spectre (2015), esta vez para presentar a otro atemorizante villano interpretado por Rami Malek (quizá lo más flojo de todo). Algunas caras conocidas y otros personajes nuevos van conformando una historia al mejor estilo de Bond, la que, si bien no demuestra el temple oscuro y la madurez narrativa de las anteriores dirigidas por Sam Mendes, nos retrotrae a un agente de la vieja usanza, con una frescura y ritmo que no decaen a lo largo del extenso metraje.
La música a cargo de Hans Zimmer transporta a los espectadores a cualquier tipo de tensión con extrema facilidad, siempre apoyándose en la riqueza visual del film en sí. El reparto cumple y son para destacar las intervenciones de Ralph Fiennes y Ana de Armas, así como también de la fascinante chica Bond, Léa Seydoux.
Vertiginosa de principio a fin, con efectivos momentos humorísticos y cautivante por sus escenas de acción, la despedida de Daniel Craig en este papel no podría ser más digna. Incluso su emocionante final quizá engrandece un poco más la serie de películas en general que vino realizando el actor en la piel del 007.
En definitiva, Sin tiempo para morir es una cinta plenamente disfrutable -mejor si es en sala de cine por su espectacularidad- que, si bien tiene mucha duración, goza de una solidez suficiente y un entretenimiento tan voraz que no deja tiempo ni de respirar. No es la mejor de Bond, seguramente tampoco de Craig, pero claro, qué fenomenal adiós.
Puntaje: 7,5/10
Por Manuel Otero