Daniel Craig se despide por una puerta muy grande. Deja a James Bond en lo más alto y deja preguntando al espectador en qué harán con el personaje a futuro, pero eso es discusión para otro momento.
Sin tiempo para morir es la película de la franquicia con más corazón. En mi caso particular nunca había llorado con las entradas anteriores (ni las de sus predecesores) pero aquí fue imposible no hacerlo.
Asimismo, también es la película más spoileable de la saga, motivo por el cual no haré ningún comentario acerca de su trama. Si destacaré que posee todos y cada uno de los “elementos Bond” que tanto gustan a los fans y que James está más deconstruido que nunca (como no podía ser de otra manera dado los tiempos que corren).
Casi todos los personajes están excelentes, algunos de manera bastante breve. Y lo más criticable en esta área es el villano interpretado por Rami Malek, quien puede resultar algo tonto.
El resto es perfecto pese a sus arbitrariedades y sus vicios.
Cary Joji Fukunaga no logra distinguirse como lo hizo Sam Mendes pero hace un buen laburo a reglamento.
Por esto y por lo caricaturesco de Malek, este film no se lleva el máximo puntaje, pero compensa en emoción.
Gran cierre de oro para este capítulo de un personaje eterno. Porque Craig dejará los vodkas Martini y la licencia para matar pero “James Bond regresará”, tal como se puede leer en los créditos finales y como ha sido durante décadas.