Cuando la secuela supera la original
La segunda parte del éxito animado "Sing" se propone trazar líneas narrativas mas reflexivas y profundas que superan a la película anterior y además, cuenta con animalitos con aspiraciones de fama.
Buster Moon (voz de Matthew McConaughey) sigue sin superar el hecho que su compañía de artistas no logre el éxito que siempre soñó. Como viejo productor, aun desea que sus proyectos superen el límite de la territorialidad que le impone su teatro, por lo que decidirá contactar a una cazatalentos que responde a uno de los artífices más importantes del mundo del espectáculo.
Tras varios traspiés se embarcará en un viaje de profunda transformación y crecimiento que terminará por empoderar no sólo a él sino a cada uno de los personajes de la película, atravesando todo el país para llegar a la meca del entretenimiento, para introducirse, cual polizones, en unas audiciones privadas para talentos.
Sing 2: ¡Ven y canta de nuevo! (Sing 2, 2021) está dividida en dos etapas bien diferentes. Una primera se alía a clásicas propuestas sobre la importancia de seguir, sin importar cómo, los instintos. Luego, en una segunda instancia, la película se acerca con humor y números musicales a la inolvidable Los Productores (Mel Brooks, 1967) y sus posteriores puestas teatrales, en donde la utilización de incautos puede funcionar como vía de escape monetaria para otros.
En esta etapa del relato, impulsada por la búsqueda de una vieja figura de la música (voz en la versión original de Bono), se intenta hablar de los nuevos tiempos, en donde un like en las redes sociales es más importante que el talento, desatendiendo los valores como parte de los atributos de cualquier artista.
Sing 2: ¡Ven y canta de nuevo! funciona porque decidió apoyar su relato en una inteligente comedia que decide animarse a adentrarse en el oscuro universo del mundo del espectáculo que exprime hasta el hartazgo a sus integrantes y que los descarta ante el mínimo cambio del medidor de éxito. Pero además, y allí está su principal valor, evita caer en los lugares comunes de cualquier secuela desarrollando un nuevo relato, inteligente y que no reniega de su predecesora, pero, mirándola a distancia, se sabe mucho mejor que ella.
Música, color, canciones populares con artistas reconocidos que, en el disfraz de los personajes protagónicos, se animan a jugar y a criticar una industria que fagocita y escupe a su figuras de acuerdo al termómetro de las redes sociales.