Un koala entretenido y de la misma estirpe de los Minions
Tendrá muchos defectos (tramposo, mitómano, se cuelga de la luz del vecino, etc.) pero Buster Moon ama el viejo y hermoso teatro que lo liga a su padre, ama el showbiz y el arte de estimular nuevos talentos, y sabe reconocerlos. Es un auténtico hombre del espectáculo. Perdón, es un koala. Su secretaria es una iguana vieja con un ojo de vidrio que se sale a cada rato. Su amigo es un carnero lánguido. Y los artistas convocados son un verdadero zoológico con granja incorporada.
Con ese personal muy bien retratado, cada uno con sus sueños y sus problemas, 65 canciones pop de los '80 para acá (enteras o fragmentadísimas), el espíritu de ciertos musicales de los '30 dedicados al entusiasmo de famosos productores, el modelo de las "Merry Melodies" (aquellas "Fantasías animadas de ayer y de hoy") y la permanente actualidad de los concursos de canto, los de Illumination Entertainment hicieron este dibujo realmente simpático, entretenido y emotivo. No demasiado original, es cierto, pero simpático y todo eso. Y convocante. Acá hay canciones para casi todos los gustos, y para todos los miembros de la familia, incluyendo al abuelo.
Autores, Christophe Lourdelet, director de animación, y Garth Jennings, guionista y director general. El primero es un tipo capaz de trabajar con quien sea, su filmografía lo demuestra. Y el otro es responsable de unos videoclips bastante buenos y dos largos sobre superación personal, precisamente uno de los ejes de esta historia de bichos cantores. A señalar, la historia del joven gorila que entona suaves melodías y su padre asaltante que se despide marcado por la premonitoria sombra de las rejas, bien estilo cine negro de Hollywood. Y la cerda madre de familia, la puercoespina rockera y la elefanta tímida que logran afirmarse a sí mismas, el ratón que la va de crooner, el chancho feliz, y hasta la funcionaria del banco que a toda costa quiere ejecutar la hipoteca: una guanaca.