La nueva propuesta de animación de Illumination –Mi villano favorito, Minions- es una enérgica comedia musical, que pese a un guión previsible se disfruta por la vitalidad de los personajes e ingeniosos gags.
El cine y los concursos musicales se llevan muy bien. Se puede comprobar en propuestas como Escuela del Rock, Muriendo por un sueño- American Dreamz- por ejemplo, o incluso, más recientemente en Sing Street: reviviendo los 80s.
Sing, ¡ven y canta!, lo nuevo de Illumination, los creadores de los Minions y La vida secreta de las mascotas, confirma la calidad que viene teniendo este estudio de animación de orígenes franceses y que comienza a posicionarse como el principal adversario de Pixar-Disney.
Aún, cuando sus propuestas estén mucho más dirigidas a un público infantil que las del estudio creado por John Lasseter, Illumination empieza a tener su propia mirada del mundo y encuentra, incluso, un tono más autoral con respecto a lo que viene haciendo Pixar en los últimos años.
Escrita y dirigida por Garth Jennings, director británico que debuta en la animación después de las originales Guía del viajero intergaláctico y Son of Rambow, Sing, ¡ven y canta!, propone un diálogo entre los reality shows como American Idol o The Voice, y Zootopia.
La humanización animal no es algo novedoso en el terreno de la animación, así que los espectadores tienen sus códigos incorporados. Lo original es acaso es ver animales cantando temas de moda.
El protagonista es Buster Moon, un koala que logró concretar el sueño de su vida: ser dueño de un teatro legendario y poner en escena las más absurdas comedias musicales. Sin embargo, después de numerosos fracasos comerciales, está en bancarrota y el banco podría quitarle su sueño. A diferencia de Max Bialystock –el protagonista de Los productores, con quién guarda algunas similitudes- Buster es un romántico y desinteresado.
En vez de bajar los brazos, primero que se le ocurre es hacer un concurso de canto para sacar a flote su empresa. La convocatoria es todo un éxito y los seleccionados son un grupo de antihéroes bastante peculiares: una elefanta tímida, un ratón tramposo, un gorila hijo de asaltantes de bancos, una cerdita ama de casa y una puercoespín adolescente.
Si bien el guión no evita caer en algunos lugares comunes estructurales y ciertos estereotipos vale la pena destacar que cada personaje tiene su propio arco narrativos que funciona a la perfección, mezclando ingenio, humor y calidez. Es imposible no sentir empatía por estos perdedores queribles con ganas de triunfar, y ese sentimiento se contagia al film en sí. Los gags, sin ser originales, remiten al slapstick del cine mudo en muchos sentidos, y esto es un sello de la productora, que pone más énfasis en narrar con imágenes y no tanto con texto.
La versión doblada al español no deja disfrutar de las voces de Matthew McConaughey, Reese Witherspoon, Scarlett Johansson, Tori Kelly, John C. Reilly y el maravilloso Seth MacFarlane, que una vez más hace gala de su tremenda capacidad musical imitando a Frank Sinatra.
Por suerte las canciones son en idioma original y dejan disfrutar el talento de sus artistas originales. En la versión que se estrena en Argentina, el principal problema sigue siendo incorporar actores locales que “aporteñicen” el neutro. La sensación que queda es incómoda: se mezclan el “tú” con el “vos” de forma arbitraria. No es culpa de Leonardo Sbaraglia, sino de un falente guión de doblaje y una mala decisión de la distribución local. La presencia de la China Suárez se nota mucho menos.
Sing ¡ven y canta! es entrenida, divertida y emocionante sin situaciones forzadas. El hecho de que el realizador no provenga del cine infantil tradicional proporciona que todas las subtramas tengan coherencia y cohesión con el resultado final, brindando un espectáculo sin fisuras. Además del excelente trabajo de montaje sonoro y diseño audiovisual –la presentación de cada personaje en plano secuencia es extraordinaria, digna de Robert Altman- el film está lleno de corazón y amor por la música y el cine.