Sinister fue una de las sorpresas que brindó el cine de terror en el 2012.
Sin ser una obra maestra, el film presentó un cuento de terror decente que estaba muy bien narrado por el director Scott Derrickson y contaba además con un inusual trabajo de Ethan Hawke, quien no había explorado este género en su filmografía.
La película funcionó muy bien en los cines y los productores enseguida se pusieron a trabajar en esta continuación que terminó siendo la versión estúpida de la historia original.
La primera entrega se concentraba en los aspectos psicológicos del conflicto y evitaba las escenas de susto trilladas con el propósito de hacer más atractiva la narración de la trama.
En la continuación sucedió exactamente lo contrario.
El nuevo director, Ciaran Fox, expone de manera tonta todos esos elementos que en el episodio anterior se trabajaron con misterio y eso aniquiló a esta continuación.
Sinister 2 básicamente es una película de terror sin escenas de terror.
Los niños macabros que antes generaban intriga perdieron por completo su atractivo, ya que es director los expone continuamente en el film desde los primeros minutos.
Algo similar ocurre con las cintas de filmación que eran un elemento aterrador de la primera película y ahora se convirtieron en escenas bobas.
Los productores creyeron que al incorporar situaciones más violentas obtenían un mejor film y sucedió exactamente lo contrario.
En una de las filmaciones llegaron al extremo de idiotez de mostrar a una familia devorada por un cocodrilo de animación computada que encima se nota que es digital.
La continuación es tan diferente al trabajo de Derrickson que daría la sensación que el nuevo director ni siquiera vio la película original.
Por otra parte, Sinister 2 no hace absolutamente nada por expandir o desarrollar el misterio del Bughuul, quien en esta película es una nabo que se convierte en un elemento más de utilería.
Lo único rescatable de este film es la interpretación de Shannyn Sossamon (Corazón de caballero), quien se destaca claramente como lo mejor de esta producción.
Toda la subtrama que tiene su personaje relacionada con la violencia doméstica termina siendo mucho más interesante que el conflicto principal de terror que es tonto y predecible.
La realidad es que Sinister nunca necesitó una continuación y los productores la hicieron para explotar el suceso del primer film sin preocuparse demasiado en brindar un buen producto.
El resultado fue otro estreno decepcionante de un género que sigue estancado en una importante crisis creativa.