Si se tiene en cuenta que el 2012 resultó un período nefasto para el género de terror por la enorme cantidad de películas malísimas que se estrenaron en los cines, Sinister es un respiro entre tanta mediocridad.
Ahora bien, con esto no estoy afirmando tampoco que sea una de las mejores películas del año o una obra maestra del género.
Simplemente creo que es uno de los poquísimos filmes decentes de este estilo que llegaron a las salas en los últimos meses.
Que resultara la propuesta de terror más elogiada de este 2012, por el público y la prensa en Estados Unidos y en varios países de Europa, no es casualidad.
El argumento y su final te puede gustar más o menos pero me parece que en términos generales es una película que está bien hecha.
De entrada tenemos como protagonista a un gran actor como Ethan Hawke que no suele trabajar en este tipo de propuestas o hacer películas simplemente por el billete. Si revisás su filmografía queda claro que el tipo no se engancha en cualquier cosa que le ofrecen.
En este film está muy bien y tiene algunos momentos interpretativos brillantes.
Sinister fue producida por la misma gente que desarrolló Actividad paranormal e Insidious (La noche del demonio) y de alguna manera este estreno combina elementos de esas producciones.
En este caso la dirección corrió por cuenta de Scott Derrickson, que a diferencia de lo que había hecho en El exorcismo de Emily Rose (que era más un thriller) acá se metió de lleno en el género de terror.
Derrickson hizo un gran trabajo con la narración de la trama y ya desde la primera escena la película captura la atención de espectador por completo.
El director se toma su tiempo para desarrollar el conflicto y los personajes y hasta juega con algunos momentos de humor que están muy bien insertados dentro de la trama.
Sinister no hubiera sido la misma película de no haber contado con el extraordinario trabajo del compositor Christopher Young, quien brindó una de las mejores bandas sonoras que se crearon para una propuesta de terror en los últimos años.
Lo que hizo este muchacho con la música, sobre todo en las escenas filmadas en Super 8, es extraordinario.
En este género a las composiciones de Young no hay con que darle.
El músico debutó en el cine en 1982 con el clásico slasher (muy subestimado), La mansión ensangrentada (también conocida como Pranks), que fue una película que sobresalió por los climas de tensión y suspenso que generaba la música.
Desde entonces Young se convirtió en un compositor muy solicitado en Hollywood para este tipo de filmes y entre su obra se destaca también la música que hizo para Hellraiser 2, Pesadilla 2, La mitad siniestra, Trick Or Treat (1986) y más recientemente Arrástrame al infierno, de Sam Raimi.
En materia de terror esta es la única película que disfruté este año y me parece que vale la pena darle una oportunidad en el cine.