Hábil y escueto nexo hacia el clímax
Esta tercera entrega de Los juegos del hambre deja una sensación contradictoria: por un lado, confirma a la saga como una de las mejores del universo literario-cinematográfico destinado sobre todo al público juvenil; por otro, se trata de un film de transición, un nexo indispensable pero no del todo decisivo hacia el cierre que llegará con Sinsajo Parte 2 en noviembre de 2015. No hay dudas de que los fans la disfrutarán tanto como las dos películas anteriores, pero un espectador "imparcial" podría sentir que en estas dos horas no hay tantos conflictos ni escenas de acción como en otros casos e incluso en comparación con las dos partes previas de esta franquicia.
Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) ha sido rescatada y llevada al ultrasecreto Distrito 13 por la presidenta Coin (Julianne Moore) y su asesor Plutarch Heavensbee (Philip Seymour Hoffman, en uno de sus últimos trabajos antes de su repentina muerte). Allí, luego de hacer que vea cómo el dictador Snow (Donald Sutherland) y su ejército han arrasado con el Distrito 12, del que ella es originaria, la convencen de que se convierta en el emblema, la cara de la revolución. Mezcla de modelo publicitaria, portavoz y líder guerrera, esta Juana de Arco moderna deberá convencer al resto de los distritos de que se sumen a la revuelta. El problema es que Peeta (Josh Hutcherson), su ex socio en los Juegos y su objeto del deseo, está en manos del Capitolio y al parecer con el cerebro lavado para que salga públicamente a denostar a los rebeldes.
No conviene adelantar nada más de una trama que avanza hacia una confrontación bélica y que pone otra vez en el centro de la escena el tema de la manipulación de las masas con una mirada bastante satírica, aunque abandona el esquema de realityshow para concentrarse en el submundo (todo transcurre bajo tierra) del Distrito 13.
Francis Lawrence y su tocaya Jennifer vuelven a demostrar su oficio para la dirección y la actuación, respectivamente, pero en ambos casos el resultado es menos estimulante que en los dos primeros films. Habrá que esperar, entonces, al desenlace para ver si, una vez alcanzado el clímax, la saga recupera aquel esplendor inicial que en esta tercera parte sólo aparece de a ratos.