La revolución llega en dos cuotas, una por año, en LOS JUEGOS DEL HAMBRE. Es por eso que ahora tenemos aquí SINSAJO – PARTE 1 que, para seguir con una tradición comenzada por HARRY POTTER y continuada por CREPUSCULO, sus productores han decidido dividir, por motivos obviamente comerciales, en dos partes. Esto es: lo que ustedes verán a partir de este jueves en los cines es media película, literalmente. Sí, dura dos horas como una película entera pero es solo la mitad. En todo sentido. Comparativamente, el último episodio doble de HARRY POTTER al menos tenía una estructura que más o menos justificaba esa decisión. Aquí no. Es una decisión comercial. Y punto.
La película en sí es, digamos, por momentos intrascendente, en otros efectiva y en la mayoría de los casos, correcta. Con Francis Lawrence al mando, el mismo director de la anterior –la mejor de las tres, hasta ahora–, SINSAJO PARTE 1 cuenta los inicios del “proceso revolucionario” que se dio a conocer al final del último episodio. Katniss debe asumir el liderazgo de la revolución contra el Capitolio y el Presidente Snow, y lo hace un poco a regañadientes, más que nada porque los líderes tienen encarcelado a Peeta (el piccolo Josh Hutcherson) y no quiere atacarlos y poner en riesgo la vida de su amado, por más que el muchacho se haya, aparentemente, vendido al enemigo. Hasta que, claro, toma conciencia de la situación política que se vive en la mayoría de los distritos (bah, la aniquilación y destrucción casi total) y no le queda otra que asumir su rol de “Sinsajo”, la voz líder y carismática de este cinematográfico proceso revolucionario.
hunger-games-mockingjayEn esta parte un tanto más gris y menos pop de la historia (ya no hay “juegos” y desapareció buena parte de la parafernalia mediática que se ligaba a eso), los apuntes que vuelven a poner la cuestión en términos “comunicacionales” son los más interesantes. En las dos primeras partes el tema del reality show se terminaba volviendo un poco agotador entre tanto personaje con peluca, maquillaje y cámaras ad hoc. Aquí, en el parco universo revolucionario en el que vive ahora Katniss (los líderes son encarnados por Julianne Moore y el finado Philip Seymour Hoffman, a quienes se los ve aburridísimos en sus papeles) todos visten un gris maoísta y tienen una seriedad a tono con la gravedad de la situación. Pero no son tontos y saben que la guerra se gana mediáticamente. Y en esas escenas está, ahora sí, lo más entretenido del episodio.
Es que la batalla entre los rebeldes del subterráneo y oculto Distrito 13 y los poderosos del Capitolio es, más que nada, mediática y los combates se manejan interrumpiendo transmisiones televisivas. Lo mismo pasa con los propios revolucionarios, a los que Katniss tiene que arengar con “pantallas verdes” o siendo acompañada por un equipo de filmación a las zonas más afectadas, cuestión que resulte creíble para “el pueblo” todo lo que ella ve o hace. De hecho, la diferencia entre Katniss tratando de “actuar” su enojo revolucionario en un estudio sin poder hacerlo bien y su enojo “real” en el campo de batalla parece una declaración a favor de un modelo de actuación frente a otro, una defensa del “Método”, de la investigación en el campo, en lugar de otras variantes más ligadas a la técnica actoral. Es una pena que los amargos revolucionarios de esta saga no hagan un spot cómico: ahí podrían aprovechar las mejores dotes actorales de Jennifer Lawrence, inutilizadas en esta saga que la tiene siempre ansiosa, enojada o preocupada… pero jamás graciosa.
hunger-games-mockingjay2Ese ángulo de la historia –que se mantiene a lo largo de todo el episodio, pero por momentos se pierde un poco– es mucho más interesante que el conflicto en sí, que tiene una serie de ribetes un tanto previsibles: las idas y vueltas de Peeta y Katniss; su madre, su hermana y el perro de ésta (usado para una situación dramática de una manera obvia), los problemas de Gale (Liam no-quiero-ni-despeinarme-mientras-recito-mis- textos Hemsworth) y las especificidades del conflicto en sí. Cuando desaparece su ángulo mediático, la idea de una guerra que hay que vender como un producto, la película desaparece también, se esfuma, un poco como pasó en las secuelas de MATRIX que olvidaron qué era lo único original que tenía la saga. Aquí, por suerte, no se olvidan del todo y es de esperar –no leí los libros, así que no tengo idea– que ese “eco” siga jugando de maneras interesantes en el episodio final, que se estrenará exactamente dentro de un año, tan calculado como una publicidad del Capitolio…