Casi parece un axioma: si es una serie de libros exitosos se adaptan al cine el último (el que cierra la historia) se divide en dos. Es como un injerto de los viejos seriales, pero estos al menos no tenían tanta alevosía hacia las boleterías y merchandising. Llega entonces el final. “Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte 1” marca el comienzo del (¿fin?) como sucedió con Harry Potter, Crepúsculo y otras más.
Es probable, como anteriormente, que el análisis de uno de los estrenos comerciales más importantes de 2014 sea tan parcial como lo es la película. Antes de pagar la entrada sabemos que el final va a ser abrupto y apenas se alcanzarán a vislumbrar hacia donde apuntan la buena cantidad de cabos sueltos que quedarán. Así, la primera conclusión antes de sentarnos en la sala es que “Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte 1” no sobrevive por sí misma. No podrá verse como una unidad aislada, y si bien los primeros quince minutos sirven como un brevísimo resumen de las dos anteriores, tampoco alcanza para una comprensión global del asunto. Al menos no en la dimensión que merece la saga. Hay que esperar un año más para hacer un análisis completo, lo cual tiene su costado positivo: Todavía prevalece algo de la idea original y esto es saludable.
En ocasión de establecer nuestro parecer respecto de éste tipo de producciones, dijimos que de toda la literatura apuntada a adolescentes la saga de Suzanne Collins es la más completa y profunda a la hora de realizar una lectura sobre quienes detentan el poder en el futuro, cómo la información se ha monopolizado parcializando los hechos, y de qué forma el nuevo orden establecido trata a la juventud como una picadora de carne a partir de utilizarlos para entretener a los habitantes con un poco de sangre en formato de reality show. De ahí el nombre de la nueva nación en un gran guiño literario: se cambió USA por PANEM (derivado de panem et circenses, o sea: pan y circo) Esto ocurría en la primera. En la segunda parte, “En llamas” (201, se redoblaba la apuesta al detectar que Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) se estaba convirtiendo en una suerte de líder espiritual para los distritos, cuando ve un modo concreto de convertirse en una amenaza al régimen.
Si este enfrentamiento entre clases tenía como bastiones a Katniss por un bando y al Presidente Snow (Donald Sutherland) por el otro, en esta tercera entrega ya es personal. Casi una cruzada de ambos por vencer o exponer al otro. “Los juegos del hambre” han quedado casi anulados luego del bochorno mediático de la anterior. Ahora a la heroína sólo le importa rescatar a Peeta (Josh Hutcherson), apresado por el Capitolio. Desde la comunicación a los distritos se usa la figura de Peeta para convencer a todos que depongan la actitud subversiva.
Planteada como una suerte de resistencia al mando de Alma Coin (Julianne Moore, y con el desertor Plutarch (Philip Seymour Hoffman) como su mano derecha, se intenta convencer a la heroína de confirmarse y conformarse mediáticamente como tal. La idea es burlar el bloqueo de transmisión y hacer llegar a los sobrevivientes del resto de los distritos un mensaje alentador de su líder. Pero claro, Katniss sólo quiere ver a Peeta, pese a la resignación de su antiguo novio Gale (Liam Hemsworth, ergo, deben buscar la manera de despertar la bestia interior y motivarla para llegar a su (¿amado?) mientras ellos derrocan al poder de turno.
Decíamos que parte de la idea original sobre los jóvenes y los medios prevalece aún con escenas como las de los mensajes presidenciales, o aquella en la cual Katniss debe “actuar” para un panfleto de la resistencia. El resto del guión de Peter Craig y Danny Strongrelato trata de buscar la tensión dramática para no decaer y revelar la inevitable sensación de estar estirando el final como un chicle. Si bien algunas de las acciones están bien justificadas en función de la progresión del relato (la incursión para volar una represa por ejemplo), lo cierto es que “Los juegos del hambre: Sinsajo. Parte 1” tiene menos puntos de apoyo que sus antecesoras por lo explicado anteriormente. Las apariciones de viejos conocidos como Haymitch (Woody Harrelson) o Effie (Elizabeth Banks) logran darle cierto respiro aportando la cuota de humor, aunque en el caso de ésta última se insinúa cierto aire de contención para Katniss, idea que luego se abandona.
El realizador Francis Lawrence sigue con el mismo equipo de hace dos años. Todo luce sólido. No parece dar lo mismo un plano que otro y tampoco se libran al azar detalles de dirección de arte sin los cuales todo parecería demasiado impostado. Para los que no hayan leído el libro, pero la vienen siguiendo en el cine, quedarán muchas preguntas. Por cierto, Sinsajo es un pájaro inventado que a su vez es una cruza entre otros dos pájaros, también inventados por la escritora, al ser considerado una falla natural que Katniss lo use como símbolo es una suerte de afrenta al sistema.
Para el caso de los fans tendrán, como sucedió antes, la fidelidad de la adaptación. Entretiene, deja con ganas de más y está bien realizada.