Y finalmente ha llegado ese momento en el que la saga The Hunger Games arriba a su cuestionable y tan polemizado tercer y último capítulo, con el craso error de dividirlo en dos partes para lucrar durante más tiempo. La decisión no es novedosa y bien le funcionó a Harry Potter and the Deathly Hallows: Part I, aunque fracasó estrepitosamente para Breaking Dawn: Part I. Mockingjay: Part I se encuentra a medio camino entre las primeras partes antes mencionadas, teniendo momentos fabulosos así como también cayendo en un sopor sostenido, un desnivel que claramente no ayuda con las altas expectativas que dejó la precedente Catching Fire.
Tras el estremecedor final de la anterior entrega, los Juegos han acabado y la rebelión es el próximo paso orgánico en la saga. El Capitolio se enfrenta a los insurgentes de todos los distritos y Katniss juega un papel importante, aún cuando ella no puede reponerse de la captura de su adorado Peeta y la destrucción completa de su hogar. La primera escena crea un paralelismo con la escena de la segunda parte, con una Katniss presa del estrés post-traumático que le ocasionó pelear por su vida no una, sino dos veces en la arena de combate. El saber que es usada como símbolo de libertad produce orgullo pero también inseguridad en Katniss, sabiendo que un paso en falso puede terminar con la vida de aquellos capturados por el oscuro Gobierno. Lejos el aspecto más destacado del libro, y de la película, es el tortuoso viaje de la heroína, conflictuada a más no poder e interpretado con frescura y dolor a partes iguales por Jennifer Lawrence, dueña y señora de la saga.
Hay un gran trabajo de parte de los guionistas Danny Strong y Peter Craig por representar la dura alegoría de la propaganda en tiempos de guerra y lo que se muestra como una buena imagen para el pueblo, pero los problemas vienen acarreados desde la versión en tinta. Sinsajo es un libro complicado, que decepciona bastante en términos generales pero que se arriesga a terrenos no convencionales para una novela adolescente. Al haber cortado la trama en dos partes, los momentos de más peso y pura acción quedan para el final, donde la rebelión se encuentra en su momento más álgido, y lo poco que queda se transmite en esta primera parte. Hay ciertas secuencias de acción bien orquestadas, un plano devastador -usado dos veces, para mayor efecto, imagino- pero en definitiva no hay mucha sustancia para sostener las altísimas apuestas esperadas tras la llamarada liberada en la escena final de Catching Fire.
No sirve de mucho que se siga insistiendo en el triángulo amoroso entre la protagonista y los secundarios masculinos de Josh Hutcherson y Liam Hemsworth. Es casi imposible pensar una historia adolescente sin un triángulo conflictivo. Ambos actores encuentran sus papeles medidos -Hutcherson bajo las garras del Capitolio, apenas despuntando hacia el final y con la misma química que hermanos para con Lawrence, y Hemsworth nomás una bonita cara que acá puede hacerse uso de sus habilidades técnicas-. Para levantar vuelo aparecen los recurrentes alivios humorísticos de Woody Harrelson y la robaescenas de Elizabeth Banks, y el peso de grandes como el fallecido Phillip Seymour Hoffman y la ingresante Julianne Moore en el papel de la adusta y territorial presidenta del oculto Distrito 13.
Mockingjay: Part I es buena. No deja de notarse como un capítulo de transición y es un ejemplo fehaciente de que algo no debe cortarse cuando el material disponible apenas sirve para una sola entrega al completo. Gracias a un virtuoso elenco y a una protagonista inflamable es que esta tercera entrega se salva de caer bajo, pero el tropezón desde la anterior parte a ésta se siente. A esperar la adrenalínica conclusión entonces el año que viene.