Esperando el futuro.
Una película de transición. Así se lo puede catalogar a este film menos interesado por el presente que por un futuro próximo cargado de épica. Las sagas de Harry Potter y Crepúsculo también fraccionaron su última entrega en dos partes, pero Los Juegos del Hambre parece haber llegado demasiado tarde a esta competencia de estiramiento. Con una calma inusual en este tipo de obras, Sinsajo - Parte 1 se centra en las semanas previas a la revolución organizada por Katniss y el Distrito 13, liderado por la Presidenta Alma Coin (Julianne Moore). En realidad, el objetivo de este nuevo personaje es crear no tanto un soldado como sí un símbolo de lucha, una representante de la esperanza refugiada bajo una fortaleza de hormigón; para la joven, su deseo principal es buscar y encontrar a Peeta, secuestrado por el tirano Presidente Snow.
Esta es la superficie y también toda la profundidad que alcanza el film. Apenas hay un intento suave por capturar la ironía en la elaboración de un héroe. En la mejor secuencia (y la más simpática hasta que el director Francis Lawrence nos recuerda que acá no debe haber espacio para la comedia), Katniss es forzada a actuar en una propaganda a favor de la revolución pero sus movimientos son dubitativos y su voz se vuelve irregular ante el artificio. Si de algo se complace esta saga es brindar temas “adultos” al público adolescente que colma los cines de todo el mundo. Sin embargo, no hay mayores elementos de novedad en esta temática que Sinsajo - Parte 1 repite con el mismo espíritu transgresor y comprometido, pero con el amateurismo de siempre.
Esta película carece de oxígeno. Esto se debe, principalmente, a que los personajes pasan más tiempo enfrascados en un bunker sombrío que en el exterior. En alguna que otra escena, Katniss recorre dos distritos arrasados por las fuerzas de Snow, pero en el resultado final, el film no puede ni siquiera agujerear las paredes que lo encierran. El hermetismo deviene en cansancio visual: el director de fotografía, Jo Williems, trabaja con dos o tres colores apagados para los momentos dentro del cuartel y con un gris aguado en las pocas secuencias que ocurren afuera. Y cuando los protagonistas logran respirar aire fresco, el mundo que los rodea se nota artificial: los travellings aéreos y los planos generales generan menos asombro que un rechazo incómodo, y los efectos especiales son difusos, como si estuviesen aplastados con una capa de pulido mate.
No hay atención al detalle en Sinsajo - Parte 1, solo una planificación general. Los diálogos se repiten en su esterilidad, las acciones se acumulan en su apatía y los personajes deambulan por ahí esperando la oportunidad para entrar en guerra con sus enemigos. El realizador y los productores están más concentrados en economizan la energía y el brillo para lo que vendrá más adelante mientras abandonan en la pantalla un film anémico, prescindible. Incluso actores como Julianne Moore, Woody Harrelson y Phillip Seymour Hoffmann (la película está dedicada a él) aparecen y desaparecen de las escenas sin dejar un brillo de recuerdo detrás suyo; los únicos instantes de luminosidad brotan cuando disfrazan de personalidad las líneas de diálogo inofensivas que tienen que decir. La actividad sísmica de las entregas anteriores es reemplazada acá por unos molestos tics nerviosos. Todo está claro desde el principio: para derrotar al poder, hay que salir y enfrentarlo. Katniss quiere -y seguramente podrá- vencer a los malos pero primero tenés que sentarte y esperar a que llegue el momento.