En palabras de la autora del best seller Los juegos del hambre, "el texto intenta ser una percepción moderna del mito griego de Teseo y el minotauro". Sin embargo, por algún motivo, la mitología griega, muchos años después sigue pareciendo mucho más interesante que la saga escrita por Suzanne Collins.
Sinsajo parte 1 más que ninguna otra de la saga esboza reflexiones en torno a la propaganda política, los procesos bélicos y el ejercicio absolutista del poder en una sociedad diezmada por un único líder. Pero al ritmo desacelerado en el que avanza gran parte del relato sugiere que el verdadero punto de ebullición de la historia sucederá en la última entrega de la saga. El director Francis Lawrence parece tan solo estar entrando en calor disimuladamente para que, al mejor estilo serie de televisión, deje todo asentado hacia el final de la película para que explote en Sinsajo parte 2. Algo que demuestra que luego del éxito de las dos
primeras entregas, los estudios Lionsgate tienen una motivación puramente crematística. En esta lucrativa decisión de convertir a una película que se asomaba como trilogía, partiendo la última entrega en dos comprometen a los realizadores con la difícil tarea de prodigar un producto efectivo que en el fondo solo funcionará como un puente entre lo que ya vimos y lo que veremos luego. Los números de la taquilla avalan la decisión de los productores. Sin embargo, las críticas no tanto. El recibimiento por parte de la prensa internacional ha bajado un poco respecto de sus anteriores entregas. Y hay varios motivos que lo justifican.
En esta nueva oportunidad por salvar a la sociedad del futuro distópico en el cual viven, la joven Katniss (esa suerte de Che Guevara femenino en clave adolescente) parece más interesada en resolver sus inquietudes amorosas que en sus alborotados periplos épicos de insurrección. Esto puede interpretarse de dos maneras. Una seria creer que el contexto sociopolítico que rodea a los protagonistas no es más que algo puramente circunstancial que poco aporta al melodrama que padecen Peeta y Katniss. Y la otra que el guión (o la historia original, que según se ha dicho está bastante bien adaptada en términos de fidelidad) apele a una efectividad mucho más chata y menos pretenciosa sobre una premisa que sin dudas daba para más.
Sinsajo parte 1 falla en darle vida al potencial mito revolucionario de Katniss. Si bien internamente el personaje se debate entre salvar a su pueblo o dejarse llevar por su sentimentalismo amoroso, los guionistas o el director (cuesta señalar al verdadero culpable en semejante producto de estudio) se quedan en el medio privando a sus actores de una emoción verosímil y un clímax que consiga cautivar como se debe al espectador. Quizás el problema sea que en estos últimos años son pocos los directores/guionistas que se atrevan a desafiar aunque sea ligeramente el intelecto del público. O al menos no caer en un burdo menosprecio de su capacidad cognitiva.