En ayunas
La nueva entrega de Los Juegos del Hambre es la primera parte de la tercera (y última) novela de la saga creada por Suzanne Collins. Y con lógica de mercado, la dividieron para poder recaudar (todavía) más. Este tipo de estrategia suele resultar perjudicial para el espectador (no así para los productores). En este caso, el relato pierde parte del vértigo que supo mostrar en las dos películas anteriores, máxime cuando no existe un “juego del hambre” como momento conclusivo del film. Los Juegos del Hambre: Sinsajo – Parte 1 (The Hunger Games: Mockingjay – Part 1) es una obra disminuida, y aunque intenté agitar al espectador con algunas secuencias de acción, no puede transmitir la tensión ni el interés buscado durante toda su narración.
La nueva entrega comienza con Katniss (la super estrella Jenniffer Lawrence) en el distrito 13. La vida en el lugar es comunismo de punta en blanco. Hay una estructura militarizada, overol, y muchas armas (¡y con prohibición de alcohol!).Su presidente es Alma Coin (la siempre confiable Julianne Moore), como consejero está Plutarch (¡cómo te vamos a extrañar Philip!). La vida en el lugar hace un claro contraste con la decadencia profesada por el capitolio, este es un mundo más equitativo. La vida austera, racionada y subterránea del sector (plus el sentido de justicia que muestra su dirigencia) lo deja bien posicionada frente a nuestros ojos. Aunque en algún punto, su alta proliferación armamentística crea resquemor. Uno piensa que no queda más que rezar por un líder íntegro, porque con tantas armas, un dictador puede estar a la vuelta de la esquina. ¿Será Alma Coin una persona justa? En Sinsajo – Parte 1 se la muestra como una persona virtuosa. Se hace fácil ponerse de lado del sector 13 cuándo uno ve al genial Donald Sutherland como el cruel y monstruoso presidente Snow. Su sonrisa impoluta contrasta con sus actos, es un ser diabólico y también, magnético.
Existen momentos que justifican claramente esta entrega, y que en contraste, son de los más interesantes de toda la saga.
Ahora Katniss en el bunker subterráneo tiene a su lado a todos sus queridos. O casi. Falta uno transcendental: Peeta (Josh Hutcherson). Y como se ve, es el punto débil de nuestra heroína. Al fin pareciera decantarse el corazón tan disputado de la protagonista (pobre Gale, él que usa pulóveres hasta en verano y pone cara de perro mojado). Esta tercera parte va a tratar sobre la batalla dialéctica y a distancia entre el distrito 13, con Katniss como portavoz, y el capitolio, con Peeta y Snow (repito, que groso es Sutherland). Una guerra de propaganda que es interesante pero que se agota. Existen momentos que justifican claramente esta entrega, y que en contraste, son de los más interesantes de toda la saga. Uno es el regreso de Katniss a su sector, la desolación por la furia del capitolio hacia su hogar es un momento angustiante y que pone en perspectiva el horror de la guerra. También es igual de significativo (y terrible) cuando visita un hospital del sector 8. Por primera vez se expone la muerte como un hecho masivo y calculado, no como algo heroico. Pero fuera de hechos aislados, es una película vueltera y de conversaciones de Katniss-con: Gale (Liam Hemsworth), la presidente Coin, su hermana, su madre, Haymitch (Woody Harrelson), y cualquiera que desee hablar un rato. Para darle ritmo se meten escaramuzas, revueltas en los sectores y algún ataque, pero queda a mitad de camino entre la política y la acción.
Los Juegos del Hambre: Sinsajo – Parte 1 (que largo sonó eso) es una película que funciona por el interés creado en las dos películas anteriores, y principalmente, por la calidad de sus actores, pero que resulta empobrecida por la falta de una narración más sincrética.