Final algo estirado de una historia exitosa
Todo concluye al fin y también es tiempo de definiciones en la cuarta y última entrega de esta saga basada en la saga literaria de Suzanne Collins. Se trató, sin dudas, de una de las mejores franquicias de este subgénero (distopía con heroína juvenil), aunque el resultado final deja un sabor amargo por la codicia de Hollywood. Es que los productores transformaron los tres libros en cuatro películas y el innecesario desdoblamiento de Sinsajo se sintió: ambos films lucen demasiado estirados, más allá del innegable profesionalismo de su director, del crecimiento interpretativo de la protagonista Jennifer Lawrence y del buen elenco secundario (en este sentido se resolvieron de urgencia los problemas que generó la muerte de Philip Seymour Hoffman).
Los distritos otrora enfrentados se unen para la batalla final contra el Capitolio liderado por Snow (Donald Sutherland con su omnipresente sonrisa cínica), pero el sádico dictador los espera con todo tipo de trampas y armas en las calles de la ciudad (hay una muy buena secuencia de acción en la que los rebeldes son atacados con una impresionante descarga de petróleo espeso que todo lo inunda).
Además de la definición político-bélica (¿será la Alma Coin que encarna Julianne Moore la nueva líder?), este último episodio de la serie dilucidará qué pasará con el triángulo sentimental entre Katniss Everdeen y sus dos objetos del deseo: el ahora recuperado Peeta (Josh Hutcherson) y el galán Gale (Liam Hemsworth).
Más allá del tono oscuro del relato y del amplio despliegue de efectos visuales para las batallas, el director de Soy leyenda (Francis) parece descansar en la expresividad y ductilidad de su Juana de Arco (Jennifer). Lawrence y Lawrence, una sociedad con beneficios mutuos.