Es raro lo que sucede con LOS JUEGOS DEL HAMBRE. Mi impresión es que la segunda es una muy buena película mientras que tanto la primera como la tercera y la cuarta parte –que se estrena hoy– tienen sus momentos disfrutables y son bastante sólidas y complejas dentro del panorama de películas de entretenimiento masivo, pero sin embargo me cuesta encontrar del todo en ellas algo que realmente me apasione. Me parecen películas respetables, sobrias, tienen un núcleo fundamental que es la presencia y la imagen de Jennifer Lawrence, un gran elenco de actores secundarios y una trama que sigue lineamientos más o menos clásicos de la literatura de ciencia ficción distópica con algunos aportes originales. Y sin embargo, algo no me termina de cerrar…
Ese problema empezó a notarse más en los últimos dos filmes y por varios motivos. Por un lado, al haber hecho dos películas con un solo libro –un temita del Hollywood reciente que parece irresoluble–, a las películas les falta intensidad, compresión, ritmo: la reducción/síntesis que sucede cuando uno transforma un libro de 400 páginas en una película de dos horas, si está bien hecho, saca a la luz lo más cinematográfico de los textos dejando de lado lo menos apto para la trasposición. Al abandonarse este proceso y sumarse probablemente todo lo que hay en los libros, la película se resiente como producto en sí mismo. Como ejemplo claro, ver las diferencias entre EL SEÑOR DE LOS ANILLOS y EL HOBBIT…
sinsajoPor otro lado, está la superabundancia de películas similares que, a partir del éxito de LOS JUEGOS DEL HAMBRE, han aparecido, que ha hecho que unas y otras terminen afectándose entre sí ya que sus tramas y personajes son casi copiados, intercambiables. Esto, claro, no es culpa de esta saga –la “original” en este nuevo fenómeno de literatura de ciencia ficción para y con adolescentes–, pero al espectador que no es lector de los libros le va resultando todo demasiado parecido entre sí.
Por último, entre las dos primeras películas y las últimas hubo un claro y evidente cambio de tono y hasta de formato. Las primeras se centraban en los juegos en sí y en las últimas se trata más bien de una trama bélica, con misiones incluidas. Más oscura y densa que las primeras –y aún que la tercera–, SINSAJO 2 llega al final de la aventura un poco agotada en sí misma: uno lo siente hasta en los actores que, da la impresión, no ven la hora de que esto se acabe. Katniss Everdeen comanda el ataque al Capitolio con un grupo conformado por gente de los distintos distritos y deben atravesar las trampas que Snow les tiene preparadas, en una parte del filme que recuerda un poco a las primeras en su sistema de superar obstáculos. Sin embargo, aún esas secuencias no tienen la frescura de las anteriores y más originales.
hunger-games-mockingjay-part-2La dimensión política que tiene la saga vuelve a ser aquí aprovechada por el director Francis Lawrence para plantear que, acaso, entre unos y otros contrincantes haya más similitudes que diferencias, algo que saldrá a la luz sobre el final, mientras que los otros dos ejes en los que se basa la serie no están en la medida de las películas anteriores. Por un lado, el lado mediático (esto es un juego de guerra que existe a partir de ser televisado y en el que las cosas se hace y se actúan para la cámara a la vez) va perdiendo fuerza hasta casi desaparecer de la historia. Y, por otro, toma más fuerza el ángulo menos interesante de la saga, el que nunca encontró una verdadera solución: el triángulo amoroso entre la poderosa Katniss y sus dos igualmente anodinos pretendientes, Peeta (Josh Hutcherson) y Gale (Liam Hemsworth).
Peeta tendrá en esta ocasión mayor participación y será el personaje más complejo del episodio en tanto nadie, ni él, sabe de qué lado está, pero en cuanto a “historia de amor” en ningún momento da la sensación de que entre ella y él (o Gale) vibra algo intenso. De hecho, a Katniss se la ve siempre más preocupada e interesada por su hermana que por cualquiera de sus pretendientes. Pero la idea de que la saga tiene que mantener una línea romántica hasta el final, la obliga a perder de vista los otros ángulos que, sin duda, son más interesantes que si la chica se queda con uno o con otro.
Más allá de las debilidades de los últimos episodios, de todos modos es innegable que LOS JUEGOS DEL HAMBRE fue un producto hecho con un impensado nivel de sofisticación política y algunos momentos cinematográficos notables (especialmente en la segunda y brutal película). Seguramente merecía un mejor final, pero ahí la culpa hay que ponerla en los ejecutivos del estudio a los que no les importa contar historias sino billetes…