El final de la distopía
Los Juegos del Hambre: Sinsajo – Parte 2 (The Hunger Games: Mockingjay – Part 2) cierra finalmente la saga basada en la trilogía de Suzanne Collins. Teniendo en claro que actualmente las trilogías literarias se vuelven tetralogías cinematográficas por motivos puramente comerciales, era de esperarse que la tercer parte (Sinsajo- Parte 1) tenga excesivos baches rítmicos y en comparación, Sinsajo – Parte 2 tenga más acción y un espíritu mucho más climático.
Ahora que podemos ver el panorama completo, podemos afirmar que una de las virtudes fundamentales de la saga, radica en mantener cierta coherencia estilística y formal que supera el hecho de haber contado con una primer parte dirigida por un director diferente a las demás. La llegada de Francis Lawrence le dio un ritmo y un desarrollo en la puesta en escena que no lograba Los Juegos del Hambre (The Hunger Games, 2012) dirigida por Gary Ross. Sin embargo, todas las entregas mantienen el mismo espíritu, el mismo desarrollo en la focalización y similares recursos técnicos puestos al servicio de los diversos temas que se plantean.
Esto debería ser algo obvio, pero sagas como Harry Potter con sus cinco directores muestran las consecuencias de poner el sello personal por sobre la esencia de la saga. Incluso El Hobbit toma rumbos dispares en sus tres entregas a pesar de ser todas a cargo de Peter Jackson. En el fondo, mantener esa coherencia, es mantener un pacto estilístico con los fans de la saga y resulta, por lo tanto, algo para celebrar.
Sinsajo – Parte 2 tarda en desprenderse de la carga que le dejó su predecesora, pero cuando suelta ese lastre se dirige con firmeza hacia un final de saga a la altura.
A pesar de continuar con esta coherencia y de ser un cierre digno, Sinsajo – Parte 2 tiene algunas decisiones que no le resultan favorables y eso hace que no pueda superar a la segunda entrega, que continúa siendo la mejor explotada de la saga.
Por momentos la sensación que desprenden algunos diálogos, ciertas elipsis y unos giros argumentales es la de un film que apunta sólo a los lectores de la saga de Collins. Comenté algunas de las cosas que argumentalmente no cerraban con una lectora de la trilogía y su respuesta, en más de una oportunidad, fue algo así como: “es que en el libro tal cosa”. A partir de esos elementos noté que el problema de la película no está en sus líneas argumentales sino más bien en la seguridad de los realizadores de que todos los que se acercan a esta última entrega, son, al mismo tiempo, lectores de Collins. Esa confianza le resta demasiado a la construcción del relato. Puntualmente, te deja afuera.
El cine actual, como subproducto de la cultura popular, sea hijo pochoclero de algún comic o saga adolescente, se trata de consensuar. La mayoría de los que van a ver Avengers ponen cara de saber el nombre del tipo que jode con el guante de las piedritas de colores después del noveno final de la película, a pesar de no haber tenido nunca una historieta en la mano. Ese tipo sabe que si acepta el consenso la va a pasar mejor. En Sinsajo – Parte 2 la película empieza después de ese consenso.
Si se supera esa frontera se llega al cierre tanto del triángulo amoroso como del triángulo político, al potencial de la acción física puesta al servicio de la cámara de Francis Lawrence, al peldaño final del camino de Katniss, al destino de Panem y sus 13 Distritos, al final de Los Juegos del Hambre.