Sinsajo: Parte 2

Crítica de Lisandro Liberatto - Alta Peli

Un final que arrastra varios de los problemas de su antecesora, pero que deja lugar para el espectáculo.

Revolución por partes

lLa primera parte de Sinsajo fue aburrida, eso no se puede negar. Si bien todos los libros de Los Juegos del Hambre tienen una extensión similar, la decisión de dividirla en dos no tiene justificación alguna más allá de lo económico. Aunque la primera de esta conclusión fue un buen negocio redondo para los productores, hirió de muerte a la saga y la dejó desangrándose. Por eso no quedaban dudas (hayan leído los libros o no), que Los Juegos del Hambre: Sinsajo – El Final era el momento para tirar toda la carne al asador. Y si bien lo hace y no decepciona en ese sentido, arrastra mucho de los problemas que ya se planetearon en la Parte 1 y que en esta oportunidad regresan para pasarle factura.

Como si la división por partes no era suficiente indicativo, esta última entrega de Sinsajo retoma casi todos los temas que dejó inconclusos la anterior película. La acción comienza tan solo unos pocos días después de que Peeta fuera rescatado por los rebeldes y llevado al Distrito 13. La última vez que vimos a Katnees fue justamente con las manos de Peeta alrededor el cuello, ya que luego de un lavado de cerebro por parte del Capitolio ahora la culpa de todos sus males y solo quiere verla muerta. Esto suma un nuevo problema para nuestra heroína, quien aparte de tener que liderar una revolución que la tiene como principal referente y de la que no está totalmente convencida, ahora tendrá que cargar con la culpa de que su principal aliado y amigo en los dos primeros films, está completamente fuera de si. Probablemente sea esta la gran novedad que vamos a encontrar en Sinsajo – Parte 2, ya que el resto de la película es tan solo una extensión de los conflictos que se sucedían en la anterior. Aunque si, esta vez con un poco más de acción.

Al igual que sucedió con la Parte 1, lo más jugoso vuelve estar en los vaivenes políticos y mediáticos y las contradicciones que sufre el personaje de Katnees para con la revolución. En un mundo donde las adaptaciones de sagas literarias apuntadas al público adolescentes aparecen y desparecen como por arte de magia, y son solo unas pocas las que pueden llegar a una conclusión (la gran mayoría no pasan del primer libro/film), que Los Juegos del Hambre lo haya hecho con la madurez que termina reflejando es algo digno de rescatar. Probablemente todo hubiera funcionado mejor si este final se comprimía en una sola película, pero el cinismo y la oscuridad que vuelve a mostrar en esta última entrega habla de que la saga creció junto a sus lectores y espectadores.

La primera mitad del film no se aleja demasiado de lo que se vio en Sinsajo – Parte 1. Muchas escenas de relleno que se podrían haber omitido y conflictos que se siguen subarrallando. La historia avanza a pesar de todas las trabas que le ponen en el camino y el relato, si bien no es fluido, engancha por la oscuridad en la que se maneja y por obra y gracia de Jennifer Lawrence, que compone un personaje que quedará para la posteridad como una de las grandes heroínas del cine. Durante la segunda mitad la acción toma la posta de la historia y por fin comienzan a resolverse los conflictos. Una suerte de regreso a la raíces, ya que si bien Los Juegos del Hambre que le dieron su nombre a la saga ya no se celebran, las distintas trampas que esperan a nuestro héroes en el Capitolio buscan emular el espíritu de los dos primeros films, y me complace decir que queda bastante cerca de lograrlo.

Hay un detalle que si bien es entendible y no afecta en lo más mínimo al resultado final, no deja de ser una curiosidad. Se sabe que Philip Seymour Hoffman murió en Febrero del 2014 con algunas pocas escenas por filmar. El director Francis Lawrence, junto a sus guionistas y productores, decidieron solucionar su ausencia de dos maneras: sumándolo en varias tomas con el uso de la tecnología y dándole sus diálogos a otros actores. Por eso mismo que no les parezca extraño si de un momento a otro Plutarch Heavensbee desaparece. Lo verán solo en el fondo de la acción, algún que otro primera plano (¡con sonrisa agregada digitalmente!), o comunicándose con otros personajes a través de cartas. Se siente extraño, es verdad, pero la situación es también extraordinaria.

Conclusión

La saga de Los Juegos del Hambre se despide con un film cínico y oscuro, con altibajos y unos 137 minutos de duración que se sienten. De haber sido una sola película, probablemente Sinsajo hubiera terminado a la par de sus antecesoras. La decisión de dividirla en dos fue un golpe del que no se pudo recuperar del todo, aunque especialmente en su segunda mitad se acerca más a lo hecho en los dos primeros films. Así y todo es un final digno para una saga juvenil que con aciertos y desaciertos, pero que siempre supo ubicarse por encima del resto.