Para el lector, no es misterio alguno que dividir Sinsajo, el final de la trilogía de Los Juegos del Hambre de Suzanne Collins, fue un craso error. Movidos por la máquina de hacer billetes en la que se convirtió la saga, al cercenar el (algo flojo) desenlace en dos partes, el resultado fue una pálida primera entrega, mientras que el bloque que significa la segunda finalmente tocó esos momentos que lograron que la tríada de libros de Collins terminase en una nota muy oscura, irónica y bastante diferente a lo que las sagas juveniles ofrecen hoy en día. Así, The Hunger Games - Mockingjay: Part II es un noble y entretenido punto final para una serie que supo sacarle provecho a la maravillosa actriz que es Jennifer Lawrence, que no se despide de su personaje sin entregar escenas explosivas y muy emotivas.
No hay mucho tiempo que perder cuando comienza la película. En el primero de muchos momentos fuertes, Katniss ensaya un discurso con su voz rasposa debido al intento de asesinato por parte de su amor Peeta. Con la voz ronca, los nervios destruidos y los ánimos por el piso, Katniss -y por extensión, Lawrence- demuestra toda su humanidad, en un escenario lúgubre y desolador. Ella sigue siendo el Sinsajo y la guerra está en su punto mas álgido, pero falta extraer de la ecuación a alguien: el presidente Snow. El sutil juego generado entre ambos ha llegado hasta los momentos decisivos, y es hora de mandar el mensaje final para liberar a todo el pueblo de Panem. Las pinceladas políticas siguen muy presentes, con una Katniss manejada cual títere de campaña de la fría y calculadora presidenta del Distrito 13 Alma Coin -nuevamente, Julianne Moore hace mucho de un personaje controversial con muy pocos recursos artísticos-, siendo presentado el Sinsajo como el estandarte flameando al viento en el frente de guerra.
Entre una fachada televisiva y muchos tires y aflojes, la joven termina junto a un grupo de élite y sus viejos amigos en pleno centro del Capitolio, ahora convertido en una seguidilla de trampas mortales, una peor que la otra. Como bien menciona un personaje, "Bienvenidos a los 76º Juegos del Hambre". Si algo no carece Mockingjay: Part II, es de acción. El problema de la entrega anterior era que sus pasajes eran pura transición, pero el polo opuesto es su continuación, donde el ritmo no decae casi nunca y los peligros se suceden unos a otros. Hay muertes inesperadas y cruentas, hay violencia, traiciones y hasta incluso el director Francis Lawrence se despacha con un momento excepcionalmente tenso bajo túneles subterráneos, donde el riesgo es palpable y puede cortarse el aire con una flecha del carcaj de Katniss. Siendo un lector de la saga, debo admitir que en papel algunas escenas no cuajaban del todo, pero el equipo técnico de Lawrence y compañía han logrado escenarios muy bien definidos y decididamente cinematográficos.
Hay muchos comentarios dando vueltas de no-lectores que consideran el final de la saga como muy oscuro. De todas las carencias y falencias de la prosa de Collins, me saco el sombrero frente a algunas decisiones que la autora tomó, muchos riesgos que en el cierre cobran una brutal ironía y ya los podrán descubrir cuando vean la película. Son elecciones que en pantalla causan impacto, y generan en el espectador una respuesta emotiva instantánea. Dejando de lado el cansino triángulo amoroso, cuyos momentos esparcidos durante la película son el eslabón más débil de la secuela, los giros y momentos definitivos del film recaen sobre un elenco de virtuosos, en especial Jennifer, quien desde un comienzo elevó la propuesta con un ahínco y entrega impensados para una saga juvenil. A Katniss le toca sufrir muy de cerca, y Lawrence dignifica en ese aspecto. Puede que el resto de los personajes tengan cameos glorificados con excepción del trío de jóvenes y la antes mencionada Moore, pero Donald Sutherland se come las escenas donde esté presente con los últimos estertores del mandato de su presidente Snow.
Sinsajo: Parte II despide a la serie en un punto alto, con una batalla final sin cuartel que deja un rastro de sangre allí donde vaya Katniss y su séquito. Brutal, con una factura técnica incuestionable, es un gran beso de despedida de parte del tributo voluntario del Distrito 12 que quedará en el recuerdo, aunque su cuestionable epílogo deje a más de uno descolgado. Vamos, que todos sabemos que los epílogos son difíciles.