Divide y ganarás más dinero
En "Los juegos del hambre: Sinsajo parte 2" Katniss junto a su grupo de amigos planea un atentado contra el presidente Snow. La decisión de estirar el final de la saga, a pesar del letargo, sale bien parada debido a la acción, pero el chicle se nota.
Tal podría ser el leitmotiv de esta última película de la trilogía (separada en cuatro filmes) de “Los juegos del hambre”. La decisión de estirar el final de la saga, a pesar del letargo, sale bien parada debido a la acción, pero el chicle se nota, y mucho más por tratarse de un filme extenso (más de dos horas), que podría haberse definido en 100 minutos. Katniss (Jennifer Lawrence), la voz de “los sin voz”, planea matar a Snow (Donald Sutherland) porque cree que es la única manera de acabar con la barbarie, la pobreza y todos los males del mundo. Emprende junto a sus dos amores, Peeta (Josh Hutcherson) y Gale (Liam Hemsworth), otros líderes de la resistencia y vencedores de los juegos, el viaje hacia el Capitolio para lograr su cometido. A todo esto, Peeta no confía en nadie y se da cuenta de que él mismo no es de fiar debido a que lo transformaron en un “Muto” (final de Sinsajo: Parte 1).
Lo más difícil: el final
El filme será entonces una road movie, del grupo yendo a la ciudad donde se encuentra la mansión de Snow, pero deberá sobrevivir a los ataques de quienes quieren asesinarla. La simpleza del tema “el bien y el mal” se transforma en complejidad cuando no todos son lo que dicen ser, o, mejor dicho, no todos los buenos son tan buenos. Es por ello que Katniss deberá tomar más decisiones, mucho más trascendentales que la idea de cometer un asesinato en pos del bien mundial. La subtrama amorosa cobra vital importancia debido a que los compañeros de viaje son antagonistas peleando por el amor de la heroína, que deberá lidiar con el drama y los celos manteniendo al grupo unido. Realizada para destacar el final, “Sinsajo parte 2” entretiene (a pesar del estire ya mencionado) y las escenas de acción y escape con persecusión están a la altura de los anteriores largometrajes. Sin embargo, esta oda al “todopoderoso” adolescente se desinfla llegando al desenlace, con escena tras escena acopladas sin sentido para que todo, absoluta (y exageradamente) todo, cierre en la historia.